Los subterráneos

Intensidad, improvisación, caos, rebeldía, sentimiento... y también mucho bebop, mucho rockanroll, y muchas drogas. Internarme en Los Subterraneos ha supuesto todo un shock para mí. de entrada, las primeras páginas ya resultan toda una vorágine de sentimientos encontrados ¿Pero qué es esto? Y ahí no para, porque todo el libro es una oda al caos y el anarquismo literario. En sus biografías prefieren llamarlo "prosa espontánea", y si es verdad que lo primero que se piensa es que este señor ha escrito lo que le ha venido a la cabeza, sin filtros, sin refinar, ese es su estilo, y vaya que que deja huella en el lector,atónito lo deja. Leí hace años En el camino y no tengo el recuerdo de ese desorden, esta vez la sorpresa ha sido mayúscula.
Pero vamos a lo bueno, que lo tiene. Porque una vez que queda claro lo que hay, Kerouac nos regala un retrato de la juventud hípster de finales de los 50 que no tiene parangón. Aquí tenemos a los beatnicks, jóvenes artistas que malviven disfrutando de tugurios impregnados de jazz, que viven casi de prestado, y que representan los deseos de una juventud que no espera nada pero que está de vuelta de todo. Arte, música, literatura... todo está en ebullición y todos esperan dejar su huella. Pero también tenemos las drogas, nombradas sin pudor, y el amor, claro. La historia de amor entre el protagonista y la joven Mardou es el eje que vertebra la novela, una historia de amor igual de sincopada que el resto de la historia, que nos deja con regusto amargo, ya lo veíamos venir.
"Son hipsters sin ser insoportables, son inteligentes sin ser convencionales, son intelectuales como el demonio y saben lo que se puede saber sobre Pound sin ser pretenciosos ni hablar demasiado de lo que saben, son muy tranquilos, son unos Cristos". Son los subterráneos. Es Kerouac.