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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
26 April 2019
En lo que va de año, y en mi cruzada contra los pendientes, he leído dos de esos libros que estaban por todas partes hace un par de años y que, precisamente por ese motivo, yo dejé enfriarse en la estantería. Quería leerlos cuando ya apenas se hablase de ellos. Uno ha sido El cuento de la criada, que todavía no sé si traeré por aquí porque tengo muchísimo pendiente de reseñar y estoy descartando muchos libros (no llego a todos, leo mucho más rápido de lo que puedo reseñar). El otro ha sido Ritos funerarios, que os traigo hoy, y tengo que decirlo, aunque sé que será una opinión impopular y lo mismo alguien se lleva las manos a la cabeza por el olimpo en el que está El cuento de la criada: Ritos funerarios me ha parecido mejor libro en todos los aspectos. No estoy diciendo que me haya parecido malo el de la criada, pero... Da igual, el caso es que hoy estoy aquí para hablar de Ritos funerarios. Maravilloso. Por ir adelantando.

Imagino que la historia ya es conocida. Ritos funerarios es una obra de ficción basada en la historia real de la última persona que fue ejecutada en Islandia en enero de 1830. Esa persona, una mujer, fue Agnes Magnúsdóttir. Tenía unos 34 años cuando murió. Fue acusada, junto a otro hombre y otra mujer, del asesinato de Natan Ketilsson y Pétur Jónsson durante la madrugada de 14 de marzo de 1828. Las otras dos personas acusadas junto a ella corrieron distintas suertes: él, Fridrik Sigurdsson, fue ejecutado minutos antes que Agnes (el penúltimo sentenciado a muerte en Islandia); ella, Sigrídur Gudmundsdóttir, se ganó el favor de sus acusadores por su belleza y juventud y le fue conmutada la pena de muerte por la cadena perpetua. Estos son los hechos reales sobre los que se sustenta este libro, que además aporta la traducción de muchos documentos y cartas oficiales y judiciales de la época sobre los sucesos y el devenir de los reos hasta el momento de su muerte. Estos datos son, por tanto, los hechos históricos inmutables y objetivos.

¿Pero de qué va realmente Ritos funerarios? Aquí es donde Hannah Kent deslumbra como autora novel, porque se adentra en territorios ya transitados y le da una vuelta de tuerca completa a la forma de abordar una historia como esta. Estamos nuevamente ante una historia cuyo final ya conocemos y en el que no hay sorpresa posible, y precisamente por eso el camino hacia ese final lo es todo. Y la autora construye ese camino baldosa a baldosa sin tener apenas bagaje literario, que es lo más sorprendente, como solo son capaces de hacerlo aquellas personas que tienen un talento innato para la literatura y para contar historias... y si puedo ir más allá, diría que como no serían capaces de hacerlo autores con una trayectoria más extensa y laureada y muchos más recursos sustentados por la experiencia.

En aquella época no había prisiones ni celdas en Islandia porque a los sentenciados a muerte los ejecutaban en Dinamarca (a la que Islandia pertenecía por aquel entonces), así que al decidir hacer con Agnes y compañía una excepción para que sirviesen como ejemplo de las consecuencias de cometer un delito grave y ejecutarlos en su propia tierra, la única solución fue la de hacerles esperar en casas particulares hasta el día en que se cumpliese la sentencia. Así es como llega Agnes a la granja de Kornsá, donde tendrá que vivir con el matrimonio Jónsdóttir, formado por Jón y Margrét, y sus hijas, Steina y Lauga, además de los sirvientes y trabajadores de la granja. Haceos una idea de cómo eran estas casas: básicamente una habitación, en la que dormían todos juntos (la familia y los sirvientes) sin intimidad ninguna, y una cocina separada por una tela colgada del techo. Ya está. Ahí tendría que vivir y dormir también Agnes. Así que cuando les dicen que tienen que acogerla, a lo que están obligados al ser Jón alguacil del gobierno, el rechazo y el miedo son absolutos: es una asesina, y no hay que darle muchas vueltas para ponernos en su lugar.

Decía arriba que la virtud de este libro, el todo de este libro, es la aproximación que hace la autora a la historia. Ya llego a eso. Y es que Ritos funerarios no va de saber o descubrir si Agnes fue culpable o no de esos asesinatos, o al menos la narración no gira en torno a eso; sí, conoceremos su versión de la historia, por supuesto, a la que llegará con el transcurrir de las páginas, con cuentagotas y gracias a sus conversaciones con Toti, el joven pastor elegido por ella para prepararla y guiarla hacia la hora de su muerte. Pero el eje central, lo que sustenta la trama, es la relación que se va estableciendo entre Agnes y los Jónsdóttir, la evolución en la percepción que van teniendo de ella a lo largo de los meses los cuatro miembros de esa familia, y que es muy diferente según miremos hacia cualquiera de ellos: unos se resisten más que otros, provoca discusiones entre hermanas, y aunque no la quieren cerca, es inevitable la proximidad casi claustrofóbica por la falta de espacio.

Agnes es una condenada a muerte sin fecha de ejecución, no saben el tiempo que estará ahí y no pueden tenerla atada a la pata de una cama. Así que mientras tanto trabaja como una criada, ayuda en todas las tareas de la granja y vive bajo su techo como un miembro más de la familia. Y cuando el lector cierra el libro, cuando rememora la historia días, semanas después, no es la muerte de Agnes la que le emociona, la que le pone un nudo en el estómago: es el cuadro que se le queda en la retina de los Jónsdóttir, Agnes y Toti en una habitación llena de camas y un frío recorriéndoles el cuerpo que nada tiene que ver con la temperatura inclemente de enero más allá de esas paredes. Y yo lloré con ese cuadro, lo sigo teniendo en la cabeza, y no sé todavía cómo lo hizo Hannah Kent para llevarme hasta ahí, a esa empatía con cada una de las personas hacinadas en esa habitación y sus diferentes puntos de vista.

No sé si es conocida la forma en que nació este libro, pero resumiéndolo mucho, durante unos meses que pasó en Islandia como estudiante de intercambio con una familia de acogida (ella es australiana), Hannah Kent descubrió la historia de Agnes y la última decapitación en Islandia, y se obsesionó tanto con ella que una vez de vuelta en Australia, decidió convertirla en su trabajo de fin de carrera, con toda la labor ingente de documentación e investigación que requieren unos sucesos de los que apenas constan documentos escritos. El siguiente paso fue el libro, pero obviamente hay muchísimos puntos negros imposibles de aclarar por mucha documentación con la que se trabaje. Ella en su momento dijo que no le gustaba que se denominase a su novela como novela histórica porque el escenario histórico no era lo importante, lo importante eran los personajes, y que esto era una biografía hipotética, posible, pero en modo alguno definitiva o certificada. Es su versión de cómo pudieron ser esos meses, de cómo pudo ser Agnes y lo que se le pudo pasar por la cabeza sabiendo que iba a morir pero viviendo en el limbo de la incertidumbre de cuándo llegaría ese día, de lo que pudo o no pudo ocurrir la noche de los asesinatos y los meses anteriores, y de su relación con la familia que la acogió hasta su muerte.

No es un libro para lectores que necesiten que pasen muchas cosas cuando tienen un libro entre las manos. Aquí no lo van a encontrar porque estamos ante eso que se ha dado en llamar novela de personajes, y a eso se aferra página tras página. La narración es pausada, en primera persona y en presente cuando es Agnes la que habla, en tercera persona y en pasado cuando abordamos los puntos de vista de los demás. Las cartas y documentos son traducciones de los originales; un gran porcentaje de los personajes de este libro, reales. El estilo de Kent es sencillamente fantástico y su visión de la historia muy personal, tanto cuando te mete dentro de la cabeza de Agnes como cuando describe cómo gira la vida a su alrededor, o en la forma en que te traslada a Islandia, a su tierra, su gente, su clima... se nota que lleva el país metido en la cabeza, que lo conoce, y rezuma respeto y conocimiento de lo que habla. Estás en Islandia mientras te sumerges en el libro, no sé otra forma de describirlo.

He leído mucho en lo que va de año, y de momento es mi novela favorita de 2019. Con eso creo que está todo dicho, y aunque me quedo con ganas de hablaros de muchas cosas, porque es de esos libros de los que me sale escribir y escribir, lo dejo aquí y no abuso de vuestra paciencia. No hay nada más bonito que disfrutar con un libro, emocionarte con él y sentir que te llega muy dentro, sea por el motivo que sea.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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