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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
22 December 2020
Compré este libro de segunda mano hace ya varios años, pero como suele pasar, se ha ido quedando atrás a pesar de las buenas opiniones que había leído sobre él. Cuando vi que aparecía en las recomendaciones del sorteo del cuarto aniversario el año pasado para reseñar durante este 2020, supe que le había llegado el momento. No voy a decir que me arrepiento de no haberlo leído antes porque creo que a cada libro le llega su momento cuando le tiene que llegar, pero es de esos libros que te pellizcan el corazón y se quedan ahí calentitos y a buen cobijo para no marcharse jamás. Me alegra muchísimo que sea este el libro con el que, por primera vez después de tres fracasos, cumplimos el reto de Netherfield de reseñar diez de vuestras recomendaciones (tenéis la prueba aquí).

La historia arranca en el caluroso verano de 1899, en un pequeño pueblecito de Texas. Allí vive Calpurnia Virginia Tate (llamada Callie Vee por todo el mundo) junto a su familia. Callie es la única chica de siete hermanos, lo que ya de por sí es malo, pero es que encima es la del medio; adora por encima de todas las cosas a Harry, su guapo hermano mayor, y es adorada por encima de todas las cosas por su achuchable hermano más pequeño, J.B. Con ellos también vive el abuelo, Walter Tate, ese ser misterioso que se pasa el día en la biblioteca de la casa o en el laboratorio que tiene montado en el cobertizo, y con el que no tienen contacto más allá de las comidas y cenas, momentos en que apenas les dirige la palabra. ero Calpurnia tiene una duda existencial sobre los saltamontes, y el único que puede respondérsela es el abuelo, ese ogro al que ninguno de sus hermanos mayores se atreve a acercarse. Como no se le pone nada por delante, acude a la cueva del dragón a preguntarle... y, sin saberlo, esa decisión marcará un antes y un después en su vida. No solo aprenderá a observar el mundo que le rodea con ojos diferentes, oirá hablar de un tal Darwin y se convertirá en la ayudante oficial de las investigaciones de su abuelo, sino que comenzará a comprender la grieta interna que siempre ha sentido con respecto a lo que se espera de ella como la única heredera mujer de la familia Tate. ¿Y si no quiere aprender a cocinar, coser y bordar, ni presentarse en sociedad a los 18 años para cazar un marido? ¿Y si ella quiere ser algo diferente, algo que pertenece al mundo de los hombres y le está vedado a las mujeres? La vida de Calpurnia sufrirá muchos cambios durante la segunda mitad del año 1899, y en ese camino hacia el comienzo de una nueva era regala momentos inolvidables al lector.

Si supiérais todas las cosas que me gustaría comentaros de este libro... La evolución de Calpurnia Tate está escrito sobre todo con mucha inteligencia, mucha sensibilidad, mucho sentido del humor y mucha comprensión de la dinámica de una familia numerosa en la que cada uno de sus miembros tiene una personalidad muy diferente y definida pero que, en su conjunto, conforman un universo que encaja sin ninguna fisura. Las situaciones, los diálogos, las riñas, la relación entre los hermanos... todo suena tan realista, tan atinado, tan creíble, que te sumerges en el día a día de esa casa sin taparte la nariz y a lo loco. Y pasas por muchos sentimientos diferentes mientras lees la historia, porque contemplar la vida desde el punto de vista de una niña de once años que es muy infantil para unas cosas pero muy observadora e inteligente para otras hace que el tobogán de sensaciones fluctúe constantemente.

El modo en que Calpurnia nos habla es perfecto gracias a la pericia de su autora a la hora de asumir el punto de vista infantil que observa mucho más de lo que cree y que cuenta mucho más agudamente de lo que pretende. Calpurnia no solo observa el mundo que le rodea, sino que lo rumia, lo mastica, lo asimila y lo comparte con el lector, a quien hace partícipe de todos sus descubrimientos. Se cuestiona todo e intenta comprenderlo todo, y eso incluye a sus padres, sus hermanos, los criados que forman parte de la propia familia, las cosas que pasan en el pueblo y a sus vecinos, sus aptitudes (o la carencia de ellas) para llegar a ser la buena ama de casa que se espera que sea, los inventos revolucionarios que van dando forma a la llegada de nuevo siglo (el automóvil, la Coca-Cola, el teléfono en las zonas rurales...) y, sobre todo, desde el momento en que el abuelo-dragón pasa de ser un desconocido a ser la persona más importante en el mundo (su abuelito), la fascinante vida natural y animal que le rodea de la mano de ese señor llamado Darwin y su revolucionaria teoría sobre la evolución de las especies.

Os soy muy sincera, yo no he conocido a ninguno de mis abuelos, todos habían fallecido cuando yo nací salvo mi abuela paterna, que murió cuando yo no había cumplido ni un año (y yo lloraba cada vez que me cogía en brazos, según me han contado... pero esa es otra historia xD). Es una espinita de esas que no tienen remedio, y a veces, cuando me encuentro una historia como esta, con una relación tan bonita entre un abuelo y su nieta, me llega muy dentro. Y eso no quiere decir que este abuelo sea maravilloso ni un dechado de virtudes, porque vive aislado en su mundo de ciencia y ni siquiera se sabe los nombres de sus nietos (no distingue, de hecho, a sus nietos) porque le importan un carajo (tal cual... las cosas como son), pero Calpurnia capta su atención, sabe llegar hasta él, y se hacen inseparables ante la sorpresa y curiosidad del resto de la familia. No es un abuelo perfecto pero tiene una nieta que vale un potosí, y eso ayuda mucho.

Y el abuelo empieza a hablar de Darwin, de la National Geographic Society, de Isaac Newton, de Copérnico y Kepler, de que para llegar a la verdad de las cosas hay que elaborar hipótesis y realizar experimentos, que hay que salir fuera y observar, que una cosa es el razonamiento deductivo y otra el razonamiento inductivo, que cada planta y cada ser vivo ocupa su lugar en este mundo y es único... que hay un orden natural en las cosas, y que hay que dejar atrás la superstición, razonar, llegar a conclusiones, y poner a prueba esas conclusiones una y otra vez hasta que se demuestra más allá de toda duda que son ciertas. Calpurnia descubre que todo eso que le enseñan en el colegio no es lo que ella quiere aprender, que las clases de postura, conducta y el uso del pañuelo y el dedal no le van a servir para el camino que ella quiere recorrer, y los meses que tiene por delante serán todo un reto para su corazón de niña que empieza a bombear en busca de sus propios (y supuestamente inalcanzables) horizontes.

A veces no te queda otra que reírte ante lo que lees, otras veces te invade la ternura ante su lucha interna sobre lo que se espera de ella y lo que ella quiere ser; disfrutas por igual de los momentos de alboroto con tanta gente y tanta chiquillería en la casa como de los momentos de soledad que Calpurnia busca junto a sus libros (y qué buen gusto lector tiene esta niña, oigan); la expectación te invade cuando esperas la resolución de esa aventura que emprende con su abuelo y te emociona la agitación contenida que supone el éxito de muchos años de trabajo.

La evolución de Calpurnia Tate ha sido toda una sorpresa. No es que esperase menos, es que simplemente no sabía qué esperar, y creo que Jacqueline Kelly ha conseguido crear a una protagonista que resulta una digna sucesora de los mejores clásicos infantiles y juveniles de principios del siglo XX. Es un libro bonito, muy bonito. No encuentro otra palabra para definirlo. Y ya que estamos a las puertas de la Navidad, y aun no siendo un libro navideño (porque no lo es), lo cierto es que la historia termina justo en la madrugada del Año Nuevo de 1900. Y ese final tan perfecto para la historia, tan lleno de posibilidades, ilusiones y deseos por cumplir, rebosa espíritu navideño por los cuatro costados.
Enlace: http://inquilinasnetherfield..
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