Han pasado tres años desde que Axel y Leah se vieron por última vez. Leah cambió su vida totalmente para centrarse en sus estudios y la pintura, mientras que Axel, sigue un poco estancado. Vuelven a encontrarse y ambos tiene que aprender a superar las heridas del pasado, sus inseguridades propias y los miedos internos. Es una historia mucho más madura, en la que Axel me ha sorprendido muy gratamente y me ha ganado. Es una historia que nos enseña el valor de las cosas, y que, a veces, hay que soltar a las personas que queremos para poder crecer y avanzar. Es un viaje de los protagonistas para encontrarse a sí mismos. A veces hay que dejarse llevar, simplemente: deja que ocurra |