Nosotros en la luna

Una vez en París
Ginger ha hecho la primera locura de su vida, ha tomado un avión Londres-París para pasar un día en la ciudad de la luz. Sin embargo, a altas horas de la noche, en el metro parisino ya no parece tan buena idea. Rhys anda despreocupado por el mundo, ahora ha tocado París, mañana quién sabrá, cuando encuentra a una joven menuda enfadada con una máquina de metro. Y no sabe por qué decide pasar con ella las horas que esté allí antes de volver a Londres. Una dirección de electrónico escrita en una mano, nos cuenta el resto.
Y grandes rasgos así se nos presenta la novela de hoy, que os digo desde ya que me ha encantado, por no decir que es la que más me ha gustado de la autora hasta ahora. La forma de transmitirnos esta relación será mayoritariamente a través de correos electrónicos, que permiten en la trama agilizar mucho la narración y la lectura.
Además, no es solo que los hechos se den de manera más rápida, sino que, además creo, consigue que a través de este medio veamos claramente cómo son los personajes: esas confesiones muy íntimas, esos anhelos que se escapan de noche, en la confidencia de estar solo ante el ordenador…
Más allá de esto, es cierto que se le ha achacado a la historia el resultar inverosímil, sobre todo al principio, pero realmente a mí no me parece tan descabellado y, en cierto modo, estamos en una ficción, así que no tendría por qué serlo.
Un ir y venir de aviones
No obstante, una vez que superamos esa impresión inicial ante lo inmediato y lo insólito, nos encontraremos ante una historia romántica que no nos va a dar nada gratis. En esta obra la obra ha sabido, bajo mi punto de vista, gestionar la tensión narrativa todo el rato, haciendo ver al lector que se va a dar el desastre, sin duda, que se tiene que dar porque si no la historia no tendría ni pies ni cabeza y con todo consigue que el lector se quede a gusto con ello. A veces nos da miedo sufrir en una narración, pero en su justa medida nos da nuestra pequeña dosis de masoquismo.
Es cierto que como pequeño fallo cabe señalar que utiliza un recurso narrativo varias veces y que, como pasa siempre, la primera vez nos entra bien, pero la segunda ya no justifica tanto lo que sucede. Asimismo, pasa con las justificaciones a las acciones del personaje masculino, Rhys, que realmente resultan un poco exageradas, aún con lo que se nos explica de él.
Una pareja con la que te quedas
En cualquier caso, más allá de la estructura, los personajes de esta novela me parece que son los más completos y con los que más puedes empatizar de todos los que he leído a la autora. Es cierto que en otras ocasiones ha podido describirnos a personajes más cercanos, pero creo que la programación a futuro de Ginger y el complejo de Peter Pan de Rhys son bastante identificables con nuestros anhelos en la realidad.
Ginger no es más que una chica con una vida programada que se empeña en cumplir al dedillo, pero, como sabemos todo, esto no siempre depende de nosotros. Rhys es un chico que huye por no saber hacer frente a la vida, pero sabemos que estanos golpea una y otra vez y, en principio, no nos queda otra que asumirlo.
Además, la relación que ha establecido entre ellos me ha gustado mucho, aunque es verdad que, al caer dos veces en la misma piedra, me ha desesperado en algunas ocasiones, pero se entiende.
De todos modos, toda esta fantasía que os estoy contando no debe llevaros a pensar que es una novela happy donde todo va bien y se va a desarrollar como cualquier otra romántica. Para nada, al final la temática de la novela es el conflicto entre aquello que queremos contra lo que nos han enseñado a querer. Lo fácil siempre es atractivo, pero lo cierto es que en la realidad todo es más complejo y esto se refleja muy bien en la novela.
Ay, la Luna
Sin embargo, más allá de los antecedentes de cada uno y de la relación entre ellos, la vida de ambos personajes principales tiene una narración perfecta, con un ritmo pausado, pero no por ello lento, dejando ver las emociones y transmitiéndolas perfectamente a través de una prosa que te engancha, te atrapa y te hace vivir con ellos.
No será una obra donde todo nos venga rodado, donde a ellos las cosas le vengan de cara; es una novela con la que he reído, me he angustiado y me he alegrado sinceramente cuando ha tocado. He podido soñar un poco despierta y sobre todo vivir un ratito en la Luna.

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