El día que dejó de nevar en Alaska

Es una historia rápida, ágil y bonita, con protagonistas con diferentes aristas, y que tienen un arco evolutivo en su relación que me ha parecido gradual y acertada, se cuece a fuego lento, pero sin tenerte frustrada.
Los personajes secundarios también me parecieron interesantes, pues en otras novelas siento que las relaciones de amistad son algo forzadas, que quizás no hay una fluidez y que de repente la protagonista se siente arropada y acompañada en dos días, pero aquí no fue así, por tanto, lo vi como un crecimiento orgánico y natural, lo que también fue un punto positivo.

Por otro lado la ambientación fue de las cosas que más me gustaron, sentí el frío, las luces y las calles nevadas, también sentí esa armonía y esa pureza del aire que te imaginas, esa desconexión y esa naturalidad de sus gentes, creo que estuvo bien desarrollado.

Quizás me falló un poco en el encasillamiento que vi en algunos aspectos y estereotipos de los protagonistas, pues siento que la autora quería tratar ciertos temas relevantes (como es el caso del bullying o TCA), pero que los pasaba por encima sin profundizar, lo que hacía que los personajes me pareciesen a momentos planos y algo estereotipados, pues tampoco se profundiza en las relaciones familiares del protagonista por ejemplo, que pintan como frío, inaccesible..., y sigue con esa dinámica toda la novela, incluso al final no. Vislumbramos cosas de su personalidad que nos hagan entenderle más allá de lo que le llevó a ese pueblo.

En resumen, salí satisfecha con la lectura pese a no ser fan de la novela romántica, y ser algo escéptico por el hype, lo que me hace plantearme darle alguna oportunidad a otras novelas, porque me ha servido para leer algo ligero, entretenido y que me ha ayudado a desconectar, que al final es un valor esencial en la lectura.