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Aún estoy tratando de asimilar el título. Lo menciona en uno de sus versos, establece una correlación, sin embargo, cuando se habla de bocas se piensa en palabras dichas, en besos, en gritos, en sonrisas, tal vez, ella, cuando menciona la boca, se refiere a los gestos que acompañan el silencio, silencio donde se gestan el dolor, el amor, el duelo y la salvación. Ella, la poeta, hace del ciclo de vida un poema. Toma su pluma y escribe con sangre, sudor y lágrimas, los versos que no son versos, las confesiones sin penitencias, los pormenores sin los detalles. Ella, la poeta, abre la herida, deja que mane fluidos a través de ella. Rasga sus cicatrices y destroza, en el proceso, su alma. Lloras su llanto, te duele su dolor. Pero, luego, ella, la poeta, abre las puerta de la pasión, desborda serotonina, ruido y gemidos, y placer. El cuerpo se convierte en actor principal, la pasión en hilo conductor. Y luego, ella, la poeta, se derrama en llanto y sollozos, se ahoga en suspiros y anhelos, en lo que podría ser, pero no fue. Toma su corazón roto y une, fragmento a fragmento, sus pedazos, se reconstruye a medias, imperfecta. Y luego, ella, la poeta, se clava en su pecho la cura, un lápiz, un pincel, un cincel que talla en su interior el brebaje, esa potencia sanadora llamada escritura (aunque también puede ser una condena). Los miserables, cuando no queda más, escribimos. |
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