Un día más, nos encontramos con una gran e intensa obra de un importante escritor. Como el título nos indica, así es como la mujer, que en primera persona narrará la historia, es Timandra, un personaje real e histórico, que vivió en el siglo V a. C., aunque evidentemente, permanezca en el olvido. Sin embargo, en esta gran novela, ella tendrá todo el protagonismo y la vamos a encontrar narrando la vida de la Atenas de su época y su tiempo, cuando florecían las artes, la filosofía o la retórica, donde brillaban las voces de Sócrates, Euripides y Platón así como los discursos de Pericles. Aunque también, los enfrentamientos entre atenienses y espartanos y sus batallas, pues es la etapa de la guerra del Peloponeso. Y sobre todo, iremos conociendo su vida y sus orígenes, su madre, Teodoti, una gran mujer, amiga de Sócrates, era una hetera o hetaira, o como se explica en la obra, una vendedora de placer, y ella, Timandra, también lo será, aunque educada y muy bien instruida, tuvo como maestro a Midas para ser, además, libre. Nos narra sus vivencias en un ambiente de poder, conocimientos y grandeza, en una gran etapa de la historia griega y donde ella puede, a pesar de ser mujer, demostrar sus pensamientos, convivir y ser escuchada, es inteligente y además posee belleza. Y, sin embargo, junto a todo ello, nos irá desvelando lo más importante, nos habla sobre su gran amor, el amor que sintió y tuvo por el gran héroe y gran guerrero, también inteligente y bello, Alcibíades. El amor y el deseo que durante mucho tiempo supo dar y mantener siendo amada en total libertad. También asistiremos a las grandes reflexiones que a través de Timandra, siempre estarán presentes, se preguntará sobre las diferencias sociales, sobre la situación de las mujeres, sobre la fugacidad de la vida, sobre las pasiones humanas y sobre todo, sobre qué es y cómo se vive el amor, cómo reconocer las diferencias entre lo que es el erotismo, la pasión y el amor. ¿Lo tenemos claro? Yo creo que son invitaciones continuas para la reflexión, que acompañarán nuestros pensamientos en el intento de llegar a comprender todas las cuestiones provocadas y trasladarnos al mundo de Timandra. Un mundo lejano en el tiempo pero muy cercano a nuestra realidad actual. Y todo ello escrito con una excelente prosa que nos invita a seguir leyendo, a la vez que vamos asistiendo y admirando, los grandes conocimientos sobre la historia, sobre el arte, sobre la filosofía y los mitos, que acaparan también nuestra atención. Encontramos el miedo, el tiempo y la muerte. Nos adentramos en la caverna de Platón para salir de nuevo con muchos más descubrimientos. Y, claro, no puedo dejar de decir el gran acierto y el reto que supone escribir desde el punto de vista y la situación de una mujer, siendo un hombre. Creo que esto lo comentó el propio autor en alguna entrevista. Una cometa sube hacia el cielo porque el viento la impulsa y allá arriba las corrientes cambiantes del viento, desplegarán su danza, creando una coreografía de libertad, inteligencia y belleza, de innata elegancia. Los de abajo, los pegados a la tierra, tendrán que alzar la cabeza para que sus ojos puedan ver como baila la alegría de la pasión. Y seducidos ya como están sus oídos, serán capaces, ahora, de escuchar una música que no suena, una música ululante que también a ellos los va a reclamar para la dicha de la vida, del amor y de la dulce y armoniosa sabiduría. Esa cometa, que en el cielo danza, es para mí, después de la lectura que me cuenta Theodor Kallifatides, la representación más plausible de Timandra. Una maravillosa lectura. |