Hôzuki, la librería de Mitsuko

¡Qué maravilla de novela! ¡Y de historia! Qué razón tenían aquellos que me dijeron que se lee sola.

Avanzas por las páginas como si saborearas un manjar delicioso, que te hace sonreír y no quieres que se acabe.

La forma de narrar de Aki Shimazake es exquisita, con las palabras justas, y ha producido en mí un extraño efecto de familiaridad, que ha hecho en varias ocasiones que vuelva atrás en el texto para buscar una información que creía que estaba ahí, que ya la había leído. Pero no, no lo estaba. Tal es la familiaridad que transmite en la narración, que parece que estás charlando con un amigo que te cuenta una historia que ambos conocéis en parte y está desgranando nuevos detalles que te faltaban por descubrir.

Mitsuko tiene una librería especializada en filosofía, un hijo sordomudo al que adora, un gato viejo, un segundo trabajo que pocos conocen y una madre muy peculiar. Su vida es estable hasta que un día una madre y su hija entran en el local buscando unos libros, y entonces sucede lo más inesperado.

Os dejo unas frases que me han gustado en especial:

“—Mitsuko, ¿sabes cuál es el fin de las religiones?
Liberar del dolor de la vida y la muerte. El budismo no es una excepción. En lo que se diferencia de otras religiones es en que los budistas tratan de alcanzar el despertar por sí mismos, mientras que los monoteístas cuentan con su dios para llegar al paraíso.
—Entonces, ¿cuál es el fin de la filosofía?
—Preguntarse cómo vivir hasta la muerte, por qué hemos nacido en este mundo, sobre todo comprender qué significa el mundo”.

“La religión consiste en creer y la filosofía en dudar”.

Ojalá no hubiera dudado tanto antes de empezar a leer este libro. Me ha dejado el corazón calentito, como un rico té especiado en una tarde de lluvia y viento como la de hoy, en la que escribo esta reseña. Necesito más Aki Shimazaki, es sin duda una autora de la que tengo que leerlo todo.