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Es la historia de Mitsuko, una mujer muy práctica y directa, que tiene una librería especializada en filosofía. En el piso superior de su negocio vive con su hijo Tarô y su madre. Tarô es sordomudo y sus amistades son, por esto, personas adultas. Un día entra Sato con su hija en busca de unos libros para su esposo y Tarô y la nena pegan una onda terrible y juegan como si fueran amigos hace mil años. Mitsuko es muy particular, le huye a las amistades y las relaciones permanentes. La intromisión de estas dos mujeres en su vida la va a descolocar y se va a cuestionar algunas de sus propias decisiones. Creo que la autora traza un lindo camino de reflexión sobre las maternidades y las opciones que se tienen, además de los privilegios. La narración es amena y aunque traducida al español, juega con el lenguaje y con la escritura japonesa. Con esa delicadeza con la que se narra, Shimazaki combina la multiplicidad de los significados entre kanjis y hiragana, las palabras que nombran siempre denominan y con una dulzura, con la misma con la que la autora escribe esta novela, le dan sentido a cada detalle. Con poco más de 100 páginas esta novela hace que el rato se pase entre un poco de humor y reflexión. |
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