–¡Consejos! Nadie nos recomienda a nosotros qué hay que hacer para ser hombre. lo somos de manera natural. –Ése –replicó Egwene– es seguramente el motivo por el que hacéis tan poco honor a vuestra condición. |
–¡Consejos! Nadie nos recomienda a nosotros qué hay que hacer para ser hombre. lo somos de manera natural. –Ése –replicó Egwene– es seguramente el motivo por el que hacéis tan poco honor a vuestra condición. |
Con todo, era su creencia que más valía soportar ventiscas y lobos. De todas maneras, todo debía de ser distinto por aquellas tierras, más allá de Dos Ríos; como vivir sumergido en un cuento de un juglar. Una aventura, una larga que duraría toda una vida.
|
Las piedras se convirtieron en vapor al entrar en contacto con él. La tierra se agitó, tembló como un ser vivo atenazado por el dolor. La reluciente estela sólo existió durante un segundo, uniendo cielo y tierra, pero una vez transcurrido éste el suelo se estremeció como un mar azotado por la tormenta. La roca fundida surcaba el aire, alcanzando una altura de quinientos pies, y el rugiente terreno se levantaba, elevando el abrasador surtidor cada vez más arriba. De norte a sur, de este a oeste, el viento aullaba, arrancaba árboles como si fueran meras ramitas, como si su atronador soplido acudiera para impulsar a la creciente montaña en dirección al cielo, una altura más y más imponderable.
|
¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?