La librería café de los gatos

Ha sido una historia cuqui, los protagonistas que realmente no son ni protagonistas que se han comido el escenario han sido los gatos y el establecimiento con la cafetería-librería, hasta los pastelitos tan deliciosos que se describen se ganan un alto punto en el baremo de ese libro. El resto ha ido de más a menos.

Susanne es una anciana viuda que vive con su gata Mimi, varias visitas al médico y sus constantes dolores de cadera le hacen ver que quizás no le quede tanto tiempo de una vida plena con la que poder atreverse, así que decide hacer un viaje a una ciudad costera de Italia que solía visitar con su marido. El problema es qué hacer con su gata, hasta que se le ocurre dejarla a cuidado de su encantadora vecina Leonide la cual, un poco sorprendida con la propuesta, accede en hacerle un favor, total, solo serán un par de semanas... Hasta que Mimi parece emperrada en hacerles la vida imposible a ambas en su minúsculo apartamento y la señora Susanne vuelve a sentir unas chispas enamoradas que la llevan a prorrogar su estancia una y dos y... varias veces más. Es de esta manera como también entra en juego Max, la mejor amiga de Leonide, amante de los gatos y dueña de una cafetería-librería que, tras traspasar a la gata, procede a convertirse en el hogar de ésta y sus gatitos a gusto de los clientes enamorados de ver a los mininos corretear por entre sus piernas.

Es la clase de novela feel-good, no tiene otro propósito salvo pasar un rato entretenido, dibujar sonrisas de ternura y añadir algunas pinceladas de tensión de fondo para que el hilo de la trama tenga un poco más de vida. Pero que sea este tipo de libro no significa que tenga que caer en los tópicos y las situaciones predecibles, además de un final edulcorado donde todo pasa porque es como tiene que encajar en la vida de los personajes.

Leonide ha sido mi favorita, aunque con los capítulos comienza a perder relevancia y se lo come su arisca amiga Max. No me importan los personajes bruscos y directos, pero su personalidad roza el desagrado en algunas ocasiones.

Tampoco me han gustado los pequeños detalles en los que se muestra a otras mujeres, las que no son protagonistas, como las "malas malísimas" que actúan de maneras inverosímiles porque solo sienten celos y envidia. Es triste tener esa perspectiva, especialmente al haber advertido que este libro apenas se publicó hace un par de años, los valores y las ideas (por suerte) han ido evolucionando y aquí ha sido molesto.

De todas formas, me quedo con la camada de gatitos adorables y las (des)venturas de Leonide por el escaso tiempo que convivieron juntas.