Puede que te preguntes qué hace que este libro que, al fin y al cabo trata sobre la investigación de un asesinato como tantos otros, sea tan popular. Yo he hecho mi propio análisis y he concluido que funciona así de bien sobre todo por el dinamismo narrativo con el que Dicker va desgranando la trama, recurriendo a diálogos ágiles, personajes carismáticos e incluso golpes de humor, así como por el hecho de presentar un pequeño pueblo del que vas conociendo poco a poco a varios de sus habitantes (muy al estilo de Stephen King), lo que ayuda a empatizar más con la historia e implicarse mejor. Las sorpresas y giros continuos que va regalando su lectura también aportan su granito de arena para hacer inolvidable la historia y a todo esto pone la guinda del pastel la belleza de varias de las frases, sobre todo en los capítulos en los que se plasman los consejos de Harry hacia Marcus, quien, no olvidemos, le enseña a enfrentarse no sólo a la escritura, sino también a la propia experiencia vital.
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