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Hill nos presenta la historia de Ig, un chaval que anda bastante perdido en la vida desde que su novia Merrin fue asesinada el año pasado. Una mañana de horrible resaca, se despierta con unos cuernecitos que hacen de su dolor de cabeza algo, verdaderamente, infernal. El hombre, como es de suponer, alucina y aunque, en un primer momento, piensa que son efectos de las drogas, se da cuenta de que «eso» que tiene ahí no ha sido ideado por su perversa imaginación, influida ésta por sus últimos residuos de alcohol barato. Pero no es aquí donde comienza realmente la novela, sino al descubrir que gracias a esas monstruosidades salientes de su cráneo puede escuchar a la perfección los pensamientos –por muy oscuros y turbulentos que sean- de cualquier persona que se fije en él, bueno, más bien, en ellos. Por lo que, mientras busca una solución para su «problemilla», destapa el pensamiento más espantoso de su pequeño pueblo –incluida su propia familia-, algo que nunca se hubiera llegado a imaginar, y es que creen que él es el auténtico asesino de su novia Merrin. Imaginaos la desazón del pobre… Así que, desde ese instante se decide a descubrir al verdadero causante de su muerte y, para ello, se ayudará de su nuevo «don»... más en el enlace.
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