A veces estoy contenta, pero tengo ganas de llorar: 11

Esta es una novela que te lees sin darte cuenta. Apenas tienen 150 páginas y viene genial para intercalar entre lecturas más espesas y complejas.

“Ahora tu marido también está muerto, Anna. Tu marido, nuestro marido. Me habría gustado que yaciera junto a ti, pero tienes vecinos, un abogado y una señora que enterraron hace un par de años. El abogado llevaba tiempo allí cuando llegaste tú. Encontré una tumba libre para Georg en la calle siguiente; desde tu tumba se ve la parte trasera de su lápida".

Así comienza esta novela, con Ellinor, que acaba de quedarse viuda de Georg, escribiendo una íntima y personal carta a Anna, la primera mujer que tuvo su marido, también amiga de ella y que murió inesperadamente hace ya más de cuarenta años, dejando a su marido el cuidado de sus dos hijos pequeños. Poco tiempo después Ellinor y Georg se casaron y ahora que se ha quedado viuda decide, en una intimista carta, hacer un repaso de su vida, esa que Anna no llegó a vivir ni pudo disfrutar.

La historia que nos cuenta Ellinor me ha parecido tan personal y privada, que en lugar de sentirme en el lugar de Anna como destinataria de la carta, me sentía como una especie de fisgona cotilla escuchando algo que no era para mí. Aunque la protagonista de la novela dirige su relato hacia alguien que ya no está, no resulta por ello ser una novela triste, es simplemente un paseo por la vida de Ellinor, que nos habla de su infancia, de la relación que tuvo con su propia madre, la que tuvo con su primer marido, recuerda cómo llegó a conocer a Anna y Georg y como acabó finalmente convirtiéndose en la "madre" de unos niños que no eran suyos. La novela también aprovecha para hablar de temas cotidianos como la familia, la educación de los hijos, el aborto, la infidelidad, la amistad... Es una novela en la que parece que no pasa gran cosa y sin embargo pasa toda una vida, la de Ellinor, sus pensamientos, sentimientos, sensaciones...

La verdad es que me ha gustado bastante, sin llegar a ser una de mis lecturas favoritas de este año. Creo que está escrito con elegancia, que es una lectura agradable y la protagonista me ha parecido un interesante personaje.

Cuando Ellinor, de casi setenta años, vuelve a quedarse viuda, decide que ha llegado el momento de ajustar cuentas, al menos con Anna (la que fue su mejor amiga, que murió cuarenta años atrás y con cuyo marido Ellinor se casó). Lo hará en una larga carta dirigida a su amiga. Tal vez la mueve la falta de comprensión de quienes la rodean, sobre todo sus hijastros. Así, en dicha carta, Ellinor se remontará hasta su propia infancia y hasta su madre, quien vivió una hermosa pero arriesgada historia de amor que las marcó a ambas, hasta límites insospechados.

Ha sido una lectura muy placentera. A priori, el argumento puede parecer bastante aburrido o denso (ya que toda la novela es una carta dirigida a la amiga de la protagonista), pero la verdad es que es bastante interesante y entretenida, a la par que profunda y reflexiva. La prosa del autor es ágil y fácil de seguir, lo que hace que no quieras dejar de leer. El personaje de la protagonista está construido a la perfección, así como los pequeños personajes secundarios que aparecen a lo largo de la carta, y que aunque no tengan tanto protagonismo, el autor consigue darles forma y hacerlos muy realistas.

En resumidas cuentas, es una novela que nos ofrece una profunda reflexión sobre la vida, el amor, el perdón, las relaciones familiares y la búsqueda del yo. En tan solo 152 páginas, el autor consigue transmitir más emociones al lector que muchos otros libros de mayor grosor.

“Ahora tu marido también está muerto, Anna. Tu marido, nuestro marido. Me habría gustado que yaciera junto a ti, pero tienes vecinos, un abogado y una señora que enterraron hace un par de años.” ~ A veces estoy contenta, pero tengo ganas de llorar de Jens Christian Grøndahl.

Con estas palabras comienza el libro y la carta que Ellinor le escribe a su mejor amiga Anna tras la muerte de Georg. Anna estaba casada con Georg pero tras su fallecimiento, hace más de cuarenta años, Ellinor comenzó una relación con Georg que terminó en matrimonio. Ahora, tras la muerte de su marido, le escribe a Anna una carta en la que va plasmando su vida, sus recuerdos y sus orígenes al tiempo que pone en evidencia su mala relación con su familia.

En el libro se plasma la relación con sus padres, problemas como la infidelidad, el aborto, el duelo e incluso los embarazos adolescentes.

Un libro corto, de menos de 200 páginas que se lee de un tirón y del que resaltaría más de una frase:

“Cuando somos jóvenes, subestimamos la fuerza de la costumbre, y subestimamos también su misericordia”.

“Hubo amor. ¿Ya no lo hay? Sí que lo hay, el amor no muere con el hombre, pero ¿cuánto tiempo puede ondear en solitario, extenderse por la sala vacía en busca de las motas de polvo que cuelgan de un rayo de sol? El recuerdo de un sentimiento ¿cuándo deja de ser un sentimiento en sí?”.

“Los que ya no somos amados debemos elegir entre la venganza y la comprensión”.

Un libro intimista escrito en forma de carta. El relato es un poco desordenado ya que la protagonista va volcando sus pensamientos en la carta tal y como van surgiendo pero al final tienes armado todo el puzzle de pasado y presente.

Entretenido, para leer en un día. de esas novelas que me gustan para intercalar entre tanta novela negra.

En forma de carta, así nos presenta Jens Christian Grøndahl la historia de Ellinor, una mujer que decide escribir a su ya fallecida amiga Anna, con motivo de la muerte de su marido, George, quien también fue el marido de Anna. En esta carta, Ellinor hace un repaso por los aspectos que han marcado su vida, desde su infancia y la relación con su madre, hasta los pensamientos y emociones que vivió al decidir compartir el resto de su vida con el que era el marido de su mejor amiga.

En primer lugar debo decir que esta historia no se parece en nada a lo que estoy acostumbrada a leer, y quizás por eso me ha sorprendido tanto. Mientras lo leía, me sentía continuamente como una intrusa, como si tuviera entre mis manos una carta que no me pertenecía. Leyendo la sinopsis puede dar la sensación de que se trata de un libro melancólico, pero nada más lejos de la realidad. Más bien nos hace ver que lo realmente importante de la vida es que al final del día nos sintamos felices con nosotros mismos, y que sepamos perdonarnos por los errores que hayamos podido cometer. Otros temas muy relevantes que se tratan son el duelo, el amor, la amistad, la familia, el perdón, las relaciones madre-hija y la maternidad. También nos hará comprender que la vida está llena de incertidumbres, que nunca sabremos qué nos depara el futuro.

Aunque en un principio puede parecer que se trata de un libro muy breve, creo que tiene la longitud perfecta. No es ni demasiado corto como para no llegar a disfrutar de la historia; ni demasiado largo como para que se haga pesado. Esto me parece un gran punto a favor. Así, se podría decir que se trata de una historia breve, pero intensa. Además, se trata de un relato muy íntimo y honesto, donde multitud de emociones salen a relucir, porque es imposible no sentir cierta conexión con la protagonista. Entiendo que puede no tratarse de una lectura para todo el mundo, pero para aquellos que busquéis una historia original y que os haga sentir, esta puede ser la adecuada.
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