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“Ahora tu marido también está muerto, Anna. Tu marido, nuestro marido. Me habría gustado que yaciera junto a ti, pero tienes vecinos, un abogado y una señora que enterraron hace un par de años.” ~ A veces estoy contenta, pero tengo ganas de llorar de Jens Christian Grøndahl. Con estas palabras comienza el libro y la carta que Ellinor le escribe a su mejor amiga Anna tras la muerte de Georg. Anna estaba casada con Georg pero tras su fallecimiento, hace más de cuarenta años, Ellinor comenzó una relación con Georg que terminó en matrimonio. Ahora, tras la muerte de su marido, le escribe a Anna una carta en la que va plasmando su vida, sus recuerdos y sus orígenes al tiempo que pone en evidencia su mala relación con su familia. En el libro se plasma la relación con sus padres, problemas como la infidelidad, el aborto, el duelo e incluso los embarazos adolescentes. Un libro corto, de menos de 200 páginas que se lee de un tirón y del que resaltaría más de una frase: “Cuando somos jóvenes, subestimamos la fuerza de la costumbre, y subestimamos también su misericordia”. “Hubo amor. ¿Ya no lo hay? Sí que lo hay, el amor no muere con el hombre, pero ¿cuánto tiempo puede ondear en solitario, extenderse por la sala vacía en busca de las motas de polvo que cuelgan de un rayo de sol? El recuerdo de un sentimiento ¿cuándo deja de ser un sentimiento en sí?”. “Los que ya no somos amados debemos elegir entre la venganza y la comprensión”. Un libro intimista escrito en forma de carta. El relato es un poco desordenado ya que la protagonista va volcando sus pensamientos en la carta tal y como van surgiendo pero al final tienes armado todo el puzzle de pasado y presente. Entretenido, para leer en un día. de esas novelas que me gustan para intercalar entre tanta novela negra. |
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