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La historia la protagoniza una joven institutriz que es contratada para cuidar a dos niños en una mansión victoriana situada en la campiña inglesa. Ella empezará a observar sucesos de lo más extraños, sin ningún tipo de explicación lógica. ¿Qué es lo que ocurre en esa mansión? Está es una de las historias de fantasmas de novela gótica más conocida. La ambientación es de lo mejor de la historia. El autor es capaz de reflejar fielmente ese ambiente sofocante, oscuro características de una novela gótica de la época victoriana. La institutriz es la que narra la historia. Lo hace siempre desde su punto de vista. Lo que nos transmite es lo que ella siente, la forma en que ella lo vive. Llevándola en algún momento a dudar si lo que sucede es real o no. Cuando te adentras en esta lectura es importante ubicarse en la época en la que la misma fue escrita. Por lo que, aunque yo no he sentido terror como tal en ningún momento. El lector puede llegar a percibir las situaciones de angustia en determinadas ocasiones. No es una novela sencilla, es bastante compleja. En ella se juega con la psicología. Es de esas historias que no te van a dejar indiferente para bien ni para mal. El autor juega con la ambigüedad durante toda la obra. Un dato curioso está en que el nombre de la institutriz no se revela en ningún momento. La obra acaba con un final abierto. Permitiendo que cada lector pueda llegar a diferentes interpretaciones del mismo. En conclusión, es una historia que no gusta a todo el mundo. Yo soy de las personas que si la han disfrutado. Pero si eres de los que buscan un final completamente cerrado sin ningún cabo suelto siento de irte que está historia no es para ti. |
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Crítica de Lidmda
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