Leopardo Negro, Lobo Rojo

Hablas como los padres de mi país que echan la culpa a sus hijas cuando las violan y les dicen: ¿Es que no tenías piernas para escaparte? ¿Es que no tenías boca para gritar? Crees, igual que ellos, que sufrir la crueldad ajena o evitarla es una cuestión de elección personal o de medios, cuando es una cuestión de poder.

Odias aire, odias un recuerdo que no consigues ubicar, como un olor que no puedes ubicar pero aún así lo reconoces porque te lleva a un lugar donde eras otro.

La gente siempre está poniendo nombre a las mujeres cuando ellas ya tienen uno.

Cuando alguien nos llama, sabemos que vamos a encontrarnos con maldades. Mentiras, engaños, palizas, heridas, asesinatos. Tengo un estómago fuerte. Pero seguimos pensando que los monstruos son los que tienen zarpas y escamas en la piel.

No, mi señora, le dije yo, sólo la fe en el amor provoca eso. Se puede aceptar, corresponder y atesorar, pero nunca hay que creer que el amor puede hacer nada más que ser amor.

Me dije que simplemente estaba cansado de creer que había un secreto que proteger de un enemigo desconocido, cuando lo cierto era que estaba cansado de no tener a nadie a quien contárselo. Esta es la verdad: llegado a este punto se lo habría contado a cualquiera. La verdad era la verdad, y yo no era su dueño. No debería importarme quién la oyera; el hecho de que aquel hombre oyera la verdad no la cambiaba.

La mentira es una historia meticulosa cuando se permite al mentiroso contarla.