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"Nos tragamos el año. Nos comemos la primavera y el verano y el otoño. Estamos esperando a que crezca algo para luego comérnoslo." La reclusión en casa de la joven Merricat transcurre entre nombres de venenos, gatos y comidas. Y los fantasmas de sus familiares que murieron envenenados unos años atrás... Con esta novela corta de Shirley Jackson me ha ocurrido que la lectura no ha sido tan satisfactoria como la reflexión a la que me ha invitado al finalizar. Existen historias en las que disfrutas el viaje pero caen en la indiferencia cuando cerramos el tomo y otras justo lo contrario. Esta es una de las segundas. Consigue una ambientación sobrecogedora en las acciones trascendentales donde muestra las relaciones humanas, pero también caen en la intransigencia a menudo con situaciones anodinas. Jackson plantea un enfoque determinista desde las hermanas y juega con la ambigüedad del pasado, muestra como ven el exterior desde su interior. Los personajes están bien construidos al igual que la sensación de claustrofobia y suspense. Siempre hemos vivido en el castillo es una novela extraña. Me ha dejado mejor sensación la reflexión y el poso que el viaje de su lectura, cosa que no es mala, pero es un sentimiento muy personal que no todo lector contemplará. Mary Katherine Blackwood es un gran personaje, la misteriosa ambientación de una atemporal Nueva Inglaterra está conseguida y nos adentra en un hogar cargado de suspense. Eso sí, hay que soportar algunas situaciones cotidianas soporíferas... |
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