Siempre hemos vivido en el castillo

Una novela de una gran escritora y una buena historia que me ha encantado. Es la última novela escrita en el año 1962, ya que Shirley Jackson murió de un ataque al corazón a la edad de 48 años en 1965, pero dejándonos una magnífica y original obra.

La novela está narrada con gran maestría en primera persona, por Mary Katherine Blackwood, o Merricat, como se hace llamar en la novela, una protagonista singular e inteligente en la que recae el peso de la obra y la forma de contar su verdad. Vive con su hermana Constance, a quien adora, con su anciano y enfermo tío Julian y su gato Jonás, en un caserón apartado del pueblo.

El resto de sus familiares murieron por envenenamiento. Merricat es la pequeña, sin embargo, es la que tiene el control de la casa, para conseguir que todo continúe igual, ella y su hermana juntas para siempre en su castillo.

Los Blackwood no son queridos por la gente del pueblo, debido a los hechos ocurridos en el pasado ya que acusan a su hermana Constance del envenenamiento, a pesar de haber sido absuelta por las autoridades.

Las jóvenes llevan una vida de aislamiento enfermizo y encierro voluntario. Merricat es un personaje complejo, con una fascinante y gran personalidad y, sin duda, un personaje inolvidable.

Su autora, muy meticulosa con las palabras construye esta historia de terror psicológico y ambiente opresivo, dándonos una obra original y sutil que nos arrastra, además de generarnos una creciente inquietud .
Después me leí también el relato corto llamado “La-loteria “ una pequeña obra maestra que estremece e inquieta. Geniales ambas.