Me parece una historia bonita, a pesar del horror que lleva implícita. Por un lado es una situación extraña: la desaparición de una niña de tres años, personajes extravagantes y situaciones insólitas. Pero a la vez es una historia cotidiana, en la que los que teníamos más o menos 20 años en los primeros 90 nos reconocemos porque nos devuelven al calor de aquellos veranos. Está escrita con un lenguaje sencillo y directo y eso es de agradecer entre tanto erudito de diccionario de sinónimos. Me ha gustado. Recomendable. |