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Crítica de Ojolisto


Ojolisto
22 September 2022
Esta historia es un viaje sensorial que te removerá los cimientos del alma y te hará sangrar un poquito el corazón (pero valdrá la pena ;)

Soy de la opinión de que para escribir sobre sentimientos (y que traspase el papel), tienes que dejarte un trocito de tu alma en lo que escribes. Creo firmemente que Amy aquí lo ha hecho sin lugar a dudas, tanto en la primera como en esta segunda parte, dejando en el lector un poso de sentimientos claroscuros, altibajos emocionales y rayitos almibarados de felicidad que te arrancan el corazón y te lo reconstruyen poquito a poco.

La autora tiene muy claro lo que quiere contar y cómo hacerlo, así que la novela es un ir y venir constante de información, sentimientos y crecimiento personal, pero madurado y sin sensación de atropello. Es realmente sencillo ponernos en la piel de los personajes y vivir con la misma intensidad que ellos lo que se nos relata.

Y aquí tenemos uno de los aspectos que me han gustado más: los personajes. Releyendo la reseña que en su momento había realizado de la primera parte, me ha llamado la atención cómo definía el carácter de los protagonistas: Alessa más compleja y Jake con un carácter “más sencillo y estable”. En fin, siete meses después de haber escrito eso, tengo que rectificarme a mí misma y darme un puntito en la boca (o en mis deditos “escritoriles”) porque en esta segunda parte se ahonda tanto en la personalidad de Jake que todo lo dicho pierde valor.

Y precisamente eso es algo que valoro muchísimo de la escritura de Amy Jean: es capaz de transmitirte a través de las palabras algo tan intangible como el alma que se esconde detrás de la piel. Ya en la primer parte me encantó el cariño y delicadeza con la que se trataron los problemas de salud mental, tan arrinconados durante años ya no solo en la literatura, sino en la sociedad en general. Pero es que en esta segunda parte se ahonda todavía más en ellos, en cómo se convive día a día con demonios internos, en cómo se sale a la calle y se afronta el día a día bajo una fachada de aparente normalidad cuando quizás parte de tu alma se muere por dentro un poquito cada día. Me ha tocado la fibra sensible lo bien que muestra el hecho de que uno puede estar terriblemente hundido y aún así mostrar su mejor cara al mundo, sin que nadie se de cuenta de ello. Cuántas historias como la que se muestra en este libro hay por ahí fuera de las que nunca llegaremos a ser conscientes. Qué difícil es leer algo así y darse cuenta de que todavía lo es más la mochila emocional que arrastran y contra la que luchan muchísima gente hoy en día. Me ha encantado cómo se ha tratado el tema y otra vez, la autora ha conseguido transmitir todo eso de una manera maravillosa, sensible y súper respetuosa.

Unido a todo esto, sin lugar a dudas lo que más me ha impactado de la novela es lo emocional, tierna y bonita que es su lectura. Lo más importante de la historia que nos cuenta Amy Jean no es la historia en sí, las relaciones que surgen, ni la interacción de personajes, sino los valores tan potentes que transmite con sus palabras. Amistad, lealtad, lucha, constancia, valor, amor. Sobre todo amor, ese motor que mueve el mundo y lo hace un poquito más brillante en momentos de oscuridad. Y no solo nos habla de un único amor, sino del amor hacia la familia, hacia las promesas hechas que significan algo más que meras palabras, del amor hacia uno mismo, tan difícil de trabajar y conseguir a veces.

Creo que con esta historia, Amy Jean ha creado lo que en japonés se llama Kintsugi: el arte de recomponer algo dañado pero enalteciendo lo imperfecto. A lo largo de sus páginas, todos sus personajes aparecen fragmentados, con imperfecciones, pequeñas grietas en su armadura. Pero en lugar de intentar ocultarlas, Amy las exhibe al lector y las resalza como algo digno de mostrar. al igual que en el arte del Kintsugi, los daños que muestran los personajes son dignos de exponerse porque cuentan una historia, un camino de magullones y rasguños que consigue que ese personaje sea único y especial. La historia no va de intentar arreglar los desperfectos, sino que muestra que la auténtica belleza está en la reconstrucción, en la existencia de un fragmento roto y una voluntad de recomposición; un Ying y Yang que nos hace más hermosos y fuertes.

Más allá de la historia en sí, ha sido increíble viajar y recorrer junto a Jake y Alessa el mundillo musical y literario. Ha sido fantástico pasear junto a ellos entre la niebla a veces poco apacible del rock&roll, embarcarme con ellos en este viaje tan emocional y navegar entre libros y novelas clásicas. Qué viaje tan bonito, completo y reflexivo.

¡Pero, eh! No todo van a ser buenas palabras para esta novela. Estoy terriblemente molesta con Amy Jean. Mucho, ¡Muchísimo! de la cárcel se sale, pero ¿y de las ganas que te genera esta novela de seguir leyendo a estos dos y todo su universo? No amigos, de eso no hay solución, ni alternativa posible. Esta novela debería venir con un WARNING gigante para que las pobres almas como la mía sepamos que va a ser leerla y costarnos pasar página. A mí nadie me avisó de esto. Vaya vacío lector que deja Alessa y Jake, amigos ;)

En definitiva, Aquel chico folk es una muy digna segunda y última parte con una fuerte carga emocional. Sensible, sentida y muy real, es de esas historias que llaman a la puerta y se cuelan por una rendija para hacerte reflexionar, sentir, amar y llorar a partes iguales. Una exposición en canal de una autora que sin lugar a dudas ha llegado para quedarse. No os podéis perder una de las mejores historias de este año. ¡Recomendadísima!
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