Me ha dejado muy tocada este libro, con ese narrador que cuenta las cosas sin contarlas del todo, intentando siempre que nada llegue a afectarle de forma íntima, que nada le aparte de sus convicciones, de sus deberes. Pero a lo largo de la lectura de la novela es imposible no notar cómo a veces las emociones de este mayordomo subyacen, como esa carta mil veces leída y releída, como esa rememoración constante de sucesos pasados intentando encontrarles un sentido, una explicación, una justificación.
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