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Tres años atrás, Lilia conoció a Troye en el faro, donde sus historias encontraron un lazo con el que unirse y repartir palabras de lo que eran, de las piezas perdidas por las que estaban formados: Lilia, con el corazón en la gimnasia y el sueño de acabar en las Olimpiadas; Troye, abandonado por el mundo y dando botes de una familia de acogida en otra, sin encontrar un lugar que llamar hogar. En el presente, Troye ha encontrado su lugar, ha encajado algunas de sus piezas en los huecos a los que pertenece, Lilia está rota, es frágil y está hecha pedazos. El mundo parecía suyo y estaba a sus pies, cuando vuelas tan alto, a veces la caída es inevitable. Con este libro he tenido mis momentos: a ratos creía no entender ni poder conectar con Lilia, sus deseos de seguir volando sin mirar atrás, convirtiendo sus ejercicios en las tijeras para destrozar lo que tuvo y lo que la cuidaba. Luego la entendí y dolió porque caí con ella. de todas formas, Troye ha sido el que ha robado mi corazón por completo, su cariño infinito y el miedo a volver a estar solo, los pasitos que acabaron por ser zancadas en su vida, su ir labrando un camino un poco curvilíneo, pero solo suyo y con los suyos. Creo que, por esos sentimientos encontrados en la mayor parte de la novela, no he llegado a conectar con el romance. Aunque cada roce y cada conversación son un mundo en la historia de los personajes; cada discusión, una punzada; cada beso y cada sonrisa, una calidez que se desliza espesa; cada ausencia… eso sí que ha destrozado, tanto a sus protagonistas como a mí como lectora. La pluma de Ester es delicada y preciosa, de esas que te acunan y, si te despistas, te destrozan. Me parece demasiado perfecta para esta historia, para estos dos personajes confusos y rotos, sabiendo que no pueden recomponerse solo entre ellos, que el amor no lo puede todo, pero sabes que es un apoyo de peso. Me ha encantado ese aspecto en una novela de corte juvenil, además de que… ¡uno de los personajes aboga por la comunicación para resolver problemas! Es tan bonito encontrarse con historias que realmente cuidan las relaciones, que no buscan el drama por el drama, que dan paso a los sentimientos con el cariño que se merecen. Tengo muchas ganas de leer algo más de la autora. |
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