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La historia comienza con dos princesas entrando a palacio y siendo observadas por un trovador que, junto a su laúd, esconde secretos. Desde un primer vistazo podemos ver las diferencias entre Fay e Eirene; la primera delicada de piel y de carácter, la segunda destilando valentía por cada poro. Cualquiera diría que son primas. Debido a la guerra, la reina Marb de Lothaire y los reyes de Veridian, han pactado la unión de sus hijos, Fay y Seaben, con el fin de evitar conflicto entre ambos países. Los príncipes deberán cohibir su libertad y casarse entre ellos sin conocerse, algo que Fay lleva mucho peor que Seaben, aunque a este tampoco le agrade la idea. Por otro lado, Eirene, planea volver a Nryan (su país) para gobernar, después de años fuera de su reino por culpa de su padre. A ella no le gusta ser princesa, pero vive con su difunta madre en el pensamiento y con un deseo oculto, ser tan buena reina como lo fue ella. Pero la reina Marb de Lothaire no está dispuesta a perder el poder ni a que sus planes se vean truncados. Empieza la aventura. Esta historia está llena de personajes (muchos más alternativos que los nombrados más arriba) pero la verdad es que TODO está bien muy explicado, tanto los personajes, como sus historias. Cosa que agradezco porque de esa manera he podido comprender las acciones de cada uno y empatizar con ellos. En cuanto a su lectura, al principio me resulta algo lenta, pero puedo comprender que un primer libro de una trilogía siempre es más introductorio, lo cierto es que espero mucha más acción en el segundo. En general, recomiendo esta historia. |
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