Acostumbrados a las sirenas que alertaban a la población del comienzo de los bombardeos y ataques aéreos, esta “nueva arma” modificó para siempre la rutina de los ciudadanos japoneses y posteriormente sus vidas. Día 6 de agosto de 1945. Un estallido de luz de gran intensidad irrumpe en el cielo, sobreviniendo una oscuridad intensa, la nada. Comienzan los gritos de dolor, los alaridos se tornan cada vez más fuertes, hasta que el miedo que reina en la ciudad genera una gran confusión entre los ciudadanos. Cuando retomas la conciencia no reconoces el lugar ni la dirección que tomar, la destrucción campa a sus anchas. La primera preocupación después de cerciorarte de que “sólo” sufres quemaduras en todo el cuerpo es encontrar a los tuyos. ¿Estarán vivos? ¿Y si están muertos tendrás la oportunidad de encontrarlos para darle sepultura? La incertidumbre codicia respuestas. Esta es la historia de los supervivientes de la bomba atómica de Hiroshima; supervivientes que en un principio no tenían ni la más remota idea de a qué se enfrentaban, supervivientes la mayoría de ellos afectados por la enfermedad de la radicación de por vida. En este contexto, Shigematsu, con el fin de acallar las habladurías de sus vecinos en torno a su joven sobrina Yasuko y evitarle así perjuicios de cara a un posible matrimonio, decide transcribir su diario del bombardeo, intentando así ahuyentar el posible peligro que se cierne sobre ella. + Leer más |