Mortadelo y Filemón: okupas

2001 amaneció con el genio Ibáñez ocupando todo lo que se le puso por delante.

Visto en perspectiva nuestros actuales ocupadares han evolucionado y con ello, sus necesidades, razón por la que hoy se decantan por chalets con piscina climatizada a la hora de elegir vivienda.

Pero el mago del humor, mucho más humilde, arrancó este inmenso cómic haciendo una sutil comparación del "problema" con las playas veraniegas o con las tropas que llegan a la ciudad conquistada.


Sin ningún tipo de complejo el dibujante crea hordas de pelambreras apropiándose de todo edificio abandonado o no.
El zoológico, una residencia de ancianos, un castillo e incluso la propia sede de la T.I.A. serán los paraísos deseados por los inocentes bárbaros.

La tensión entre los asaltantes de lo ajeno y la no menos bruta policía aumenta considerablemente y para poner paz, nada mejor que poner al frente de la situación a dos agentes tan capacitados como Mortadelo y Filemón.

Para que al guiso no le falte sustancia contaremos con la colaboración estelar de Rompetechos, que junto a todo lo demás, garantiza el aumento de golpes, batacazos, chichones y vendas.
Vamos, que las farmacias hacen su particular agosto vendiendo antiinflamatorios, tiritas y vendas.

Una crítica exagerada, pero real, que con buen humor saca las vergüenzas de aquellos que ocupan como derecho y los que tratan de exiliarlos, con porras, escudos y caras de muy mala uva.

Sin duda uno de los tebeos más divertidos del gran Francisco Ibáñez donde las animaladas alcanzan cotas insospechadas y que nacen de una imaginación inagotable y perturbada.

Pero cuidado, que entre tanto disparate, siempre hay algo de verdad.