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Crítica de Nuemiel


Nuemiel
09 February 2022
Elegí este libro porque en su época fue considerado tan ofensivo que lo censuraron. Antes de empezar me parecía una postura muy drástica, pero a medida que leía entendí por qué tomaron esa decisión, aunque no la comparto. Simplemente es un libro diferente y ya sabemos que la gente suele rechazar aquello que se sale de las normas establecidas.

En esta distopía todo está jerarquizado: las personas que pertenecen a las clases más bajas (Delta, Gamma y Épsilon) se consideran poco más que esclavos, mientras que los Alfa y Beta están en lo más alto de la escala. Programan a las personas desde bebés para odiar o amar determinadas cosas en función de su clase social o el trabajo que desempeñarán al ser adultos. Por supuesto, no existe el libre albedrío. Desde el principio resulta perturbador que hablen de fabricar humanos como si fueran salchichas. El libro está repleto de capítulos desagradables que te hacen sentir incómodo; por ejemplo, me parece cuanto menos chocante que términos como Padre, Madre o Familia se hayan erradicado y, por tanto, sean mal vistos en esta sociedad, pero luego les parece normal que niños de 9 y 10 practiquen sexo. A cuadros me he quedado.

Es cierto que han pasado muchos años desde que di biología en el instituto (pero la base perdura) y en este libro hay explicaciones contradictorias que hicieron que me sintiera confusa. Tal vez el autor lo hizo a propósito para que fuera mayor el contraste entre nuestra sociedad y esta distopía. También abunda la jerga médica, por lo que algunas palabras las tuve que buscar en el diccionario.

Una vez ya estás familiarizado con la organización y estructura de la sociedad en esta distopía, la lectura es rápida, entretenida e interesante. A partir del cuarto capítulo iremos conociendo a Bernard, un Alfa que se siente inseguro porque no encaja entre los de su clase debido a su falta de estatura. Además, tampoco piensa como el resto de sus congéneres ni encuentra felicidad en hacer siempre lo mismo cada día. Se considera un bicho raro cuando, en realidad, se comporta como una persona normal y los extraños son todos los demás. Respecto al final, me ha dejado muy descolocada. Aunque era evidente que un libro de estas características no podía tener un final común.

Un mundo feliz me recordó mucho a 1984, de George Orwell. Recomiendo la lectura de ambos siempre y cuando busques un libro que te obligue a pensar en temas tan universales como la existencia del ser humano, el control y el poder, el amor, el sufrimiento, la libertad... o la falta de ella.

Saludos ;)
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