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Existe un mecanismo de defensa que las personas tendemos a adoptar una vez hemos establecido públicamente nuestra opinión de caudal férreo acerca de un tema en concreto: la indiscutible negación a haber errado en ella. En estos ensayos Huxley demuestra que es un hombre liberado de estas barreras psicológicas. Veintidós años más tarde de haber calificado a la mescalina como un veneno análogo al soma (descrito en su 'Un mundo feliz'), se escriben dos ensayos, en los que se detallan breve aunque profundamente sus experiencias con la droga visionaria. al tratarse de un intelectual acostumbrado más a la escucha de su fuero interno que a la evocación de escenarios, la exposición de imágenes escasea, predominando una atención inusual sobre texturas, posicionamiento de objetos y percepciones espacio-temporales. El título del segundo libro cobra sentido al relatar la posible transición del cielo al infierno durante sesiones psicodélicas para aquellos sensibles psíquicos o somáticos. El materialismo del autor ensalza determinados símbolos con luz propia: potenciadores de la belleza visual como las piedras preciosas. Un gran porcentaje de los escritos se limitan a la conexión entre obras de arte y ese más allá inefable que es posible visitar a través de la puertas psicotrópicas. La portada es un claro llamamiento a los encandiladores nenúfares de Monet. Estudio notable de un personaje sobresaliente. Para aquellos que esta obra les resulte carente de interés, les recomendaría revisar esa válvula reductora del cerebro, no sea que se encuentre desregulada y la inhibición de su Inteligencia Libre les opaque negativamente la visualización del Otro Mundo.
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