Maternidad. Supervivencia. Lazos familiares. Emoción. “Son malas, las noticias. Malas como lo eran siempre, sin cesar, pero peor. Más relevantes. Y eso, nos damos cuenta, es lo último que uno quiere en el mundo. Lo que no quiere nunca nadie: que las noticias sean relevantes”. Cuando la protagonista da a luz, estalla el fin del mundo y la familia tiene que huir de un Londres inundado. A través del viaje y del caos, el lector es testigo del crecimiento de Z, sus habilidades, sus primeros pasos y cómo va haciéndose con el entorno tan cambiante que le rodea. Nunca sabemos qué sucede realmente con el fin del mundo, y creo que es una novela donde el lector adquiere un papel dentro de la historia: debe ceder su imaginación y crear los detalles que la escritora decide no facilitar. No es una novela al uso por dos motivos. Megan Hunter viene de la poesía. Y se nota. Una de las cosas que más me ha gustado es el lenguaje poético, lírico, casi onírico y la forma de narrar, totalmente diferente de la típica escritura de novela. Son pequeños párrafos como pequeñas motas de pintura en un lienzo prácticamente despejado, con poca información sobre el plano externo y mucha información sobre los sentimientos y pensamientos de los personajes. Tampoco es una novela de desastres naturales al uso. Se centra en las reflexiones, las inquietudes y el pasado de la protagonista y la evolución de su hijo, mientras cambian de lugar, conocen gente, se hacen a la nueva situación y se da cuenta de que la vida son otras cosas, más esenciales, más primigenias. La novela se lee en un suspiro, es corta, entretenida y profundamente emotiva. Señala el aspecto más humano y sensible de los desastres naturales y la necesidad de unión como significado de “hogar”. “Le estoy dando una infancia normal, me digo a mí misma”, reza la protagonista en una de sus páginas, mientras no se separa de Z, sólo tiene ojos para él y está pendiente de sus necesidades. Lo incluyo en el #24retosdelectura para las categorías: 14 (se puede leer en un día), 15 (donde el protagonista va de viaje) y 22 (al menos nacimiento y muerte)
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