Te abrazo, te quedas para siempre. Me quedo tus recuerdos de niño y tus silencios, me quedo la mirada de Doña Leo que sabe y acompaña tu sentir de adulto, me quedo el sentir y la lucha de Clara. Las páginas traen sentimientos, alma, avivan recuerdos. Las palabras que leo rezuman dolor y miedo, escribir para soltar, descargar, escribir para asumir el miedo a la pérdida y los recuerdos, el corazón asume mal y el cerebro sabe de certezas. Hago mío tu paseo de recuerdos, perdón y olvido. Hago míos los silencios que duelen, hago míos los paseos del día a día, duros, implacables, acompañados del miedo en el horizonte. Una mirada al pasado para ver, perdonar, asumir. El dolor de la infancia que no debió ser, y el miedo al hoy que avisa de la pérdida que se hace real. Una escritura franca, a veces brusca, otras dolorosa, en la búsqueda de enfrentarse a los miedos antiguos y los venideros. Paso páginas y sumo recuerdos, de vez en cuando me detengo y suspiro el ahogo, te abrazo, pequeño, te abrazo escritor, me quedo tu mirada, Doña Leo, acompaño a Clara en la distancia. Abrazo las páginas. Bienvenido a casa. |