¿Qué edad nos gustaría tener para siempre, en la huella que dejamos a quienes nos sobreviven?
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¿Qué edad nos gustaría tener para siempre, en la huella que dejamos a quienes nos sobreviven?
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No hay maldad en ello, se trata únicamente del primer efecto secundario del afecto humano mejor compartido del mundo: el miedo.
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Es consustancial a la humanidad creer que puede mantener la muerte a raya, crear barreras y relatos, maquinar para que se aleje, o convencerse de que una serie de rituales o palabras le confieren tal poder.
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El término «sagrado», kadosh, significa literalmente «aparte», y la desaparición de un ser querido sume a quienes lo sobreviven en un tiempo aparte que interrumpe su carácter lineal. La tradición judía manda que entre el fallecimiento y el momento de la inhumación se ponga junto al cuerpo del difunto una vela como símbolo de la presencia de su alma, que sigue viva. |
la posibilidad de aferrarse o desprenderse sin dolor y, cuando uno lo decide, arrancar sin estropear nada, sin dejar huella de los apegos no de las fracturas
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No hay nada más peligroso que hacer hablar a los muertos. Pero nada es más sacrílego que hacerlos callar.
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En mi oficio de rabina he sido consciente muchas veces de la impotencia del lenguaje, y he de hacer una confidencia: a veces he sentido celos de algunos colegas, sobre todo de los que en su teología disponen de un lenguaje sólido e inequívoco sobre la muerte.
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Un padre que pierde a un hijo se llama shakul, palabra casi imposible de traducir. Está tomada del registro vegetal y designa la rama de la vid cuyo fruto ya se ha vendimiado. Un padre doliente se expresa en hebreo mediante una imagen, la de una rama amputada de su fruto, o la de un racimo al que le han arrancado las uvas. La savia circula por él pero ya no tiene adónde ir, y el brote se seca porque un pedazo de su vida lo ha abandonado.
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¿Qué es ser rabina? Naturalmente es oficiar, acompañar y enseñar. Es traducir textos para darlos a leer, y transmitir a cada generación las voces de una tradición que aguarda que nuevos lectores la transmitan a su vez. Sin embargo, conforme van pasando los años me parece que el oficio que más se acerca al mío tiene un nombre: narradora.
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Nadie sabe hablar de la muerte, y puede que esta sea la definición más precisa que se pueda dar de ella. Escapa a las palabras porque rubrica precisamente el fin de la palabra.
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¿Qué movimiento literario de la segunda mitad del siglo XIX busca representar la realidad tal como es, sin idealizarla?