Me hizo gracia que la puesta de sol que ella pudiera ver desde su patio y la que yo veía desde las escaleras de atrás fuera la misma. Quizá los distintos mundos en que vivíamos no fueran tan distintos. Veíamos los mismos atardeceres.
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Me hizo gracia que la puesta de sol que ella pudiera ver desde su patio y la que yo veía desde las escaleras de atrás fuera la misma. Quizá los distintos mundos en que vivíamos no fueran tan distintos. Veíamos los mismos atardeceres.
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En nuestro barrio, cuando tienes trece años ya sabes dónde están los límites.
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Manolito ...