El lobo estepario

Siempre me dio miedo, no por aquello del lobo, que no tiene una ya edad como para asustarse, sino por su densidad.
Recuerdo, en la adolescencia, a una amiga muy flipada con su lectura. Me lo pasó y no debí ir más allá de la página 20. Yo era una gran devoradora de novelas, pero no fui capaz de asimilar la profundidad de lo que tenía delante.
Ahora, cuando ya puedo afirmar que tengo cierto bagaje lector, una edad que va más allá de la mediana y tolerancia al ensayo y a novelas que trascienden el best seller, el lobo ha vuelto por mi, gracias a un grupo de lectura en el que seguimos la lista de los 1001 libros que hay que leer antes de morir.
No ha sido una lectura fácil, pero me he sentido cómoda y a ratos fascinada, tanto con la narración, como con el mensaje y las idas de olla de Herman Hesse/Harry Haller, si bien me quedo con la clara sensación de haber llegado a un tanto por ciento muy escaso de ese mensaje. Aun habiéndolo entendido en parte, creo que es una lectura que demanda mucha pausa y atención para asimilar todas sus intenciones. El análisis de la mente humana y el gran simbolismo de la obra, con su crítica social y la aceptación de uno para no tener que recurrir a "la navaja de afeitar", merece una y mil lecturas más, con lápiz y bloc de notas al lado.
Recomendable para épocas en las que tengáis la cabeza muy despierta y preparada para un importante desafío lector.