Ella es poesía, mar y revolución; él es intensidad, sensibilidad y pintura. Adrián no podía tener mejor compañera de vida, de verdad. Me he enamorado perdidamente de su relación, los dos juntos son demasiado para mi corazón. Han superado mis expectativas —y eso que las tenía muuuuy altas—. El paralelismo con la primera novela no me ha podido gustar más. Y, como siempre, vivo por y para las escenas familiares, las conversaciones de WhatsApp, los desayunos y todo aquello que los involucre a todos. En fin, que estoy totalmente prendida de los Cabana. Una historia preciosa y divertida llena de colores, música, mar y emociones. El desenlace perfecto para esta maravillosa, veraniega y familiar serie. |