Dune

Enfrentarse a Dune es hacerlo a una de los mayores referentes de la ciencia ficción moderna. Para los amantes del género, o los que pretendemos serlo, la lectura de esta obra magna es paso necesario para formarse una idea más o menos coherente de lo que ha venido después y, por tanto, de la ciencia ficción que estamos leyendo ahora. El tiempo ha pasado para algunas cosas, y sin embargo otras están de permanente actualidad.
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Lo primero que me llamó la atención al comenzar la lectura fue la prosa de Herbert, sobretodo los entrecomillados que describen literalmente los pensamientos de los personajes. Chocante. Pero lo gordo viene cuando empiezas a darte cuenta de la envergadura de un worldbuilding que al principio se hace un tanto farragoso hasta que te habituas a él, y después te maravilla por lo minucioso y complejo que se describe. Nos vamos a encontrar con temas tan delicados como la religión, la ecología o la sociopolitica, pero también tendremos buena ración de aventura, con el despertar del héroe ( o mesías) al que ya estamos tan habituados en otras epopeyas.
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La novela se disfruta en cuanto te habituas al mundo que se nos presenta. En mi caso, ha sido una lectura pausada, intentando absorber todo lo que se me planteaba , incluyendo las partes más místicas y filosóficas, las más introvertidas, que son las que más me han costado y las que impiden que haya sido una lectura cinco estrellas. Y aunque sí esperaba un grado mayor de satisfacción, la recomiendo mucho a todos los que no la hayáis leído: el paseo por Arrakis merece mucho la pena.