Lo que atrapa de Dune es sin duda el país de Arrakis, una inmensa tierra llena de arena, un país yermo, vacío de vida y con unos habitantes extraños y hostiles (los Fremen), más bien una pequeña tribu que habita aquí en este inhóspito planeta. O eso creen las casas nobles, los Harkonen (últimos dueños de esta tierra) y el emperador. Todo comienza cuando el Conde Leto recibe la tarea de gobernar y dirigir Arrakis y con ello la especia que reproduce este planeta y que es tan imprescindible para todos. El Conde Leto, su mujer (no oficial), la dama Jessica y el hijo de ambos, Paul Atreides deberán llegar a un sitio que no conocen y donde nadie los quiere y sobrevivir a ello mientras dirigen el país. Desde luego nada es lo que parece y lo que se intuía una tarea sencilla los lleva a una trampa mortal. Sin duda, una pedazo de obra de la ciencia ficción donde conviven religión, política, estructuras feudales, familias nombres, viajes espaciales, brujas, Mesías y unas increíbles criaturas ocultas en la arena, en una perfecta armonía. |