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El equilibrio en el Imperio galáctico está a punto de romperse. Las dos Grandes Casas principales que forman parte del consejo Landsraad, los Atreides y los Harkonnen, se enfrentan por la supremacía cuando el emperador ordena a los Atreides que se trasladen a Arrakis, un inhóspito planeta conocido como Dune por sus paisajes desérticos, lugar en el que se extrae la codiciada especia Melange. Allí el joven Paul y su familia, encabezada por el Duque Leto, tendrán que hace frente a la traición y los intentos de los Harkonnen por eliminar su Casa de la galaxia. Fascinante, imaginativa, dura, sorprendente e inspiradora. La obra de Frank Herbert tiene muchas virtudes, pero hay una que se alza por encima del resto: posee la capacidad de transportarte a un universo original y rico, único. Cuando te abandonas a la lectura de Dune viajas a través de las estrellas, de las interminables dunas de Arrakis, sientes el peligro de ser devorado por uno de sus colosales gusanos de arena. Sufres con la caída en desgracia de sus protagonistas, con cada intervención del odioso villano en una enrevesada y clásica trama en la que el poder, la venganza e incluso el progreso se dan la mano en un claro alegato contra las guerras, la explotación y la desunión. En el fondo Dune es una novela de fantasía y aventuras con una buena cantidad de intrigas palaciegas, insidiosos planes y veladas traiciones, pero hay que advertir que también es una obra densa y extensa que introduce todo un nuevo mundo con decenas de palabras nuevas, conceptos y estilos de vida desconocidos, nuevas especies, humanos evolucionados, una imaginativa y práctica tecnología… Aparte de tratar un amplio abanico de temas tales como la religión, el esclavismo o el feudalismo. |
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