El exorcismo de mi mejor amiga

Un canto a la amistad es lo que es este libro, con la potencia y la intensidad que surge cuando dos personas se quieren tanto que sus mundos brillan en reflejo de la otra. Y también de terror y sucesos sobrenaturales, de los que suben por los pelos de los brazos y se enquistado en la piel con un escalofrío en el momento menos indicado.

Todo fue bien, todo era una tarde apacible detrás de otra en una ambientación ochentera y nostálgica, hasta que una noche Gretchen desaparece y, al volver, Abby se da cuenta de que no es la misma, que algo ha pasado aunque no comprenda los hilos de los que debe tirar para desentrañarlo. Así que siguen viviendo, meciéndose en lo que creen que sigue siendo la monotonía del día a día, mientras todo lo demás comienza a desmoronarse y resquebrajarse como nunca ninguna lo hubiese soñado.

Una pesadilla. Oscura y viscosa. Roces invisibles y confusión. El dolor lacerante de que algo va mal. La confirmación de que la primera pieza de los naipes se tambalea y hará caer todas las demás en cuestión de segundos. Ninguna quedará en pie.

Y, detrás de todo ello, detrás del miedo y de la incertidumbre, de las decisiones mal tomadas y de los gritos, detrás de del corazón en la garganta y la tensión palpitando en las sienes... está la amistad más pura que he leído nunca. Abby y Gretchen. Sin más, solo ellas y el mundo, todo lo demás no importa.