Un thriller que en su principio prometía ser trepidante y que me acabó decepcionando. Rachel Watson viaja cada mañana en el tren que la lleva a la gran ciudad. Por el camino sueña con cómo debería ser su vida, esa que sufrió un giro de 180º el día en que descubrió que su marido le era infiel. Ahora, sola y desesperada, cruza cada mañana su antiguo barrio desde la ventana de la máquina. Unos nuevos vecinos se han instalado a escasos metros de donde su exmarido cuida a su nueva mujer. y se imagina tan feliz como esos jóvenes nuevos, hasta que un día ocurre algo que ella necesita averiguar. Empieza entonces una investigación fatigosa por su parte, la cual te mantiene en vilo hasta que comienza a aburrir con ciertos detalles, y es que la vida de Rachel no es lo que parecía. Sus excesos la llevan a puntos que a mí me sobraban, para acabar en un final nada previsible, y que no me gustó nada. Este libro cuenta con una adaptación cinematográfica aún peor que el libro, porque se entiende poco y nada, aunque los actores bien merecen la pena. |