Leí este libro recomendado por varias personas; desde el minuto uno ya sabía lo que iba a ser: un bestseller de pasar el rato que ni me iba a enganchar ni me iba a espantar. Rachel coge el tren todos los días por la mañana a la misma hora y observa a una pareja que vive en su antiguo barrio: les da un nombre, se imagina su vida perfecta... Hasta que un día la chica a la que observa aparece en las noticias de desapariciones. Es ahí cuando Rachel le echa valor y decide investigar por su cuenta, a pesar de que su credibilidad es escasa o nula debido a su afición a la botella. El final es el esperado, sin mucho más. |