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Crítica de procestoc


procestoc
20 October 2023
Sapiens. En latín. Evocando a Linneo.
Comienza con el Big Bang. La física, la química, la biología y la historia aparecen en pié de igualdad completando una sucesión temporal. de la mano de la biología, comienza a recorrer el camino de nuestra especie hasta llegar a la primera de las revoluciones propuesta por el autor, la cognitiva. En ella, que según él podríamos resumir en la capacidad de crear una realidad imaginaria a través del lenguaje, imprudentemente se aleja poco a poco de la biología para apoyarse más en la historia. Algunos errores, malinterpretaciones, contradicciones y una inexplicable elección de fuentes tapizan este titubeante comienzo, en parte por la falta de datos concluyentes y en parte porque el autor no es biólogo.
Es cuando llegamos a la revolución agrícola cuando se produce el truco que, por arte de magia, otorga un hilo conductor al libro. Ya el título de su primer capítulo «El mayor fraude de la historia» tiene un curioso componente moral. Y es aquí donde el autor entra despreocupadamente en una vorágine de suposiciones infundadas y dota de consciencia, no al individuo humano, sino a la especie. «Los cazadores-recolectores pasaban el tiempo de maneras más estimulantes y variadas, y tenían menos peligro de padecer hambre y enfermedades.» dice.«¿Por qué hacer cualquier otra cosa cuando tu estilo de vida te da de comer en abundancia y sostiene un rico mundo de estructuras sociales, creencias religiosas y dinámicas políticas?» se pregunta. Y «¿Quién fue el responsable?». Otorga a Homo sapiens un poder decisorio en base a unas circunstancias concretas que, según el autor, compartían todos sus miembros. Y una vez que hemos dotado de consciencia a una especie ¿por qué no hacerlo con todas? Así que responsabilicemos al trigo de este gran fraude. «El trigo lo hizo manipulando a Homo sapiens para su conveniencia.»
Para llegar a estas conclusiones, mejor hubiese empezado con el Génesis en lugar de con el Big Bang. Así tendría al trigo como la serpiente del Árbol del Conocimiento que provocó la expulsión de Adán y Eva (Sapiens) del Paraíso Terrenal.
Al llegar aquí, todas las malinterpretaciones y errores de los primeros capítulos se transforman en los cimientos de la obra de Harari. Violentamente se deshace de cualquier atisbo de razonamiento y se lanza a estimular las emociones primarias del lector: «¿Qué es, pues, lo que el trigo ofrecía a los agriculturalistas, incluida esta niña china desnutrida? No ofrecía nada...»
Transformado ya en un dios justiciero, Harari deja de ocultarse tras la Ciencia y pasa a presentar su programa moral.«¿Por qué cometió la gente este error fatal? Por la misma razón que, a lo largo de la historia, esta ha hecho cálculos equivocados. La gente era incapaz de calibrar todas las consecuencias de sus decisiones.» Importantísimo ese pretérito, era.
A partir de aquí ya es muy difícil orientarse en el laberinto urdido por el autor. A base de buscar los ejemplos pertinentes todo parece encajar y, si no es así, se fuerza con proposiciones capciosas, como la usada para demostrar que el comunismo es una religión.
Mención aparte merece su disertación sobre el caos, en la que reformula la teoría. Ahí es nada.

No sé cómo terminar esta crítica, pues mire donde mire Harari sigue construyendo su infinito trampantojo, en el que disfrutamos de una narrativa coherente y asumible pero profundamente adulterada. Como muy bien dijo un historiador argentino, un libro analgésico. A pesar de que las falacias y los errores interpretativos (que achaco al desconocimiento de muchos temas de Harari) continúan hasta el final, de tal forma que habría que escribir otro Sapiens para desmontarlos, me gustaría añadir que el libro no carece de ideas interesantes pero el haberlas enterrado entre tanta paja las convierte en inservibles.
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