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Crítica de Ros


Ros
09 January 2023
Una pequeña , bella, original y conmovedora historia que termina al finalizar sus escasísimas páginas.

Ha sido , para mí, un aperitivo sibarita, sibarita pero solo un aperitivo, un lujo, un placer refinado, exquisito, de una sensibilidad más que notable.

Al terminar la lectura me he quedado sin esa comida principal que sigue al aperitivo. ¡Me han faltado tantísimas páginas a disfrutar, a gozar!...

Ya había terminado de leer esta joya, cuando han llegado a mi memoria unos versos de José Hierro, que a la vez, también recogió Manuel Vilas en su obra Alegría, y que me introducen de lleno y salvajamente en esta historia y en su conmovedora realidad. He aquí los versos:

Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
Un misterioso sol amanecía.

En el edificio número 555 de la avenida Edgecombe en Harlem, la pianista Marjorie Eliot ejerce como pieza imantada, que atrae a viajeros informados que conocen y quieren, participar, ver, sentir y comprobar lo que ocurre en el interior del gozoso apartamento.

Marjorie perdió a su hijo, y pudo sencillamente derrumbarse, perderse, desintegrarse, desaparecer en el espacio como lo hace el humo. Ni ese era su deseo ni ese era su destino.

Marjorie no acepta el dolor desgarrado de la pérdida y buscará, para ella y su hijo dignidad.
Por dignidad hay que continuar hasta el final, con dignidad, y esa es la propuesta y la dirección de este libro.
Seguir, continuar fuera de trincheras, viviendo, soñando, compartiendo, creando ambientes y posibilidades.

El día de la semana que Marjorie elige para recordar y hacer sobrevivir a su hijo con alegría es el domingo. En ese día concreto se reunirán junto a ella otros músicos que tocarán las piezas que su imaginación vaya dictando. Así es el jazz.

El título, Sobrevivir los domingos, es contundente en su propia expresión, la necesidad de sobrevivir a pesar del imperio de la desdicha y la dificultad por lo acontecido.

La música en el apartamento, el jazz, esa forma improvisada ese sonido libre y generoso es como una redención, una resurrección, una manera muy concreta de trascender de la madre para acercarse al hijo y del hijo para liberar a la madre, a través de la música y la fuerza de su alegría.

Este pequeño, este diminuto libro, es un manual sentimental que es imposible que de él , de su lectura, pueda resultar indiferencia.

Para no olvidar son los interesantes dibujos de Edu Molina, que acompañan y se inmiscuyen en el libro. Dibujos en blanco, negro y gris, en los que se acentúa la tintada en negro y los grises en sus diferentes tonalidades que van en gradación a partir de la gama inicial.
El blanco de los dibujos está más limitado Son un detalle precioso que resaltan el texto, que lo redondean explicativamente, si es que esto fuera posible.

Eduardo Halfon es un escritor claramente especializado en utilizar escasas palabras, pocas palabras para decir exactamente aquello que pretende comunicarnos.

Eduardo Halfon no rodea las palabras para engrosalas, más bien las desnuda para dejar su significado completamente al aire y así con esa fórmula consigue, página a página, libro a libro, decir mucho, es decir, TODO.

Halfon ha desarrollado una prolífica carrera literaria de la que conozco una parte de sus libros, y todos ellos me han impresionado, conmovido y han conseguido que admire y siga interesándome por su obra.
Para mí, y desde mi punto de vista, está entre los mejores autores de su generación.

Los temas y las historias que decide tratar siempre me han parecido novedosas, distintas, señalando puntos cardinales intermedios que me gusta descubrir.

Así pues, Halfon , un autor a seguir y perseguir.
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