Los sueños asequibles de Josefina Jarama

La madurez me ha enseñado que las motivaciones nunca van solas, que se parecen más bien al listado de ingredientes de un paquete de cereales. Encontraremos uno principal y luego un montón de aditivos. Y es imposible comerse lo uno sin llevarse todo lo demás.

Aunque nunca había firmado nada oficial, había ensayado mi firma centenares de veces, primero solo el nombre, luego solo el apellido, tal vez las iniciales, para concluir que la única de aquellas puertas con posibilidades de dar a la gloria era «Josefina Jarama», para servirle a usted y al que lo pague. Porque no nos engañemos, y aunque mi alma a veces naufrague en un mar de dudas, esto casi siempre lo he tenido claro: para llegar a lo más alto, para alcanzar la cumbre de toda buena fortuna y no ser flor de un día, antes de mandar hay que obedecer, y mucho.

Así que terminé por decirles la verdad, que el ahorro era como el estudio, algo que no puede hacerse solo en situación de necesidad, porque entonces no te sale, sino que debe ejercitarse a lo largo de una vida, porque es el haberlo practicado en momentos de holganza lo que te da la tenacidad suficiente cuando de verdad hace falta.