Los sueños asequibles de Josefina Jarama de Manuel Guedán
Aunque nunca había firmado nada oficial, había ensayado mi firma centenares de veces, primero solo el nombre, luego solo el apellido, tal vez las iniciales, para concluir que la única de aquellas puertas con posibilidades de dar a la gloria era «Josefina Jarama», para servirle a usted y al que lo pague. Porque no nos engañemos, y aunque mi alma a veces naufrague en un mar de dudas, esto casi siempre lo he tenido claro: para llegar a lo más alto, para alcanzar la cumbre de toda buena fortuna y no ser flor de un día, antes de mandar hay que obedecer, y mucho.
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