Todo va a mejorar

Voy a confesar algo. Durante la lectura de este libro tenía más en la cabeza las circunstancias de Almudena que la historia en sí. Incluso mi mente intentaba buscar alguna conexión o una puerta abierta a sus circunstancias: ¿cómo se sentía Almudena cuando escribía esto?, ¿qué pensaba?. No he podido evitar esa parte humana.

Según pasaba las hojas, tenía el ojo puesto en el último capítulo, sabiendo que en cada hoja se agotaba la escritura de ella y que, en el último tramo, comenzaría la escritura de Luis para acabar, bajo expreso deseo de su mujer, su obra final. Quería sí o sí darnos un final y así ha sido. Digamos que la escritora ha traspaso las páginas. O como dice Luis en su nota final: la gran cronista de nuestros tiempos.

Y esta vez nos relató una distopía que nacía de una pandemia y su confinamiento y del posible caso de que algunos indeseables encontrarán tajada en el momento tan sensible en el que vivíamos. Que llenaran sus arcas y sus bolsillos a golpe de mentiras, miedos infundados y nuestra forzosa apatía. Que nos intentasen vender humo como soluciones y un Estado nuevo.

Pero siempre hay una llama, un pequeño fuego que prende. Aquí lo hay. Son Laura y su abuelo Domingo, Enrique, Mónica y su hija Camila o Elisa y Yénifer. Sobre todo Yénifer. Esta parte, la del poder de comunión, la unión entre personas con el mismo hartazgo y ganas de luchar; lo forjado que acaba en amistad con fuertes vínculos… Sin duda ha sido mi favorita. Me quedo con ellos: el monte. Nombre cargadísimo de significado. Hay una frase que resume muy bien el groso de lo que acontece en este libro: "estar en libertad no significa ser libre" LIBERTAD… una palabra ultrajada por algunos que seguro nos suena...
Todo esto Almudena lo ha hecho de una manera magistral porque ha usado muchos detalles de nuestra realidad, poniendo al lector en la situación más fácil para encajar lo que va ocurriendo. 

Almudena, estés dónde estés: gracias. Por lo dado, por hablar de nosotros, tus lectores, con tanto mimo y cariño. A nosotros solo nos queda cuidar tu obra, cuidar de tus palabras, honrar tu memoria y estar eternamente agradecidos por haberte conocido.