Inés y la alegría

"Inés y la alegría" es el primer capítulo de una serie de cinco novelas que narra la pequeña invasión del valle pirenaico de Arán por parte de un algunos miles de combatientes comunistas exiliados en Francia con motivo de la caída del dominio nazi en territorio francés en 1944. Junto y por encima del eje histórico que relata a mayores las querellas internas del PCE, las ambiciones de Jesús Monzón y los oportunismos políticos de la legendaria Dolores Ibárruri, están las historias de quienes fueron víctimas de aquella desafortunada expedición: los combatientes, los que creían en una idea y estaban dispuestos a dar la vida por ella, día a día.

El problema central, y quid no resuelto de la trama, la fallida invasión de la Valle de Arán, se trata de un episodio considerado "menor" y aún ignorado no sólo en la historia mundial sino en la propia historia de España, sobre la que Almudena Grandes ha realizado las necesarias investigaciones y entrevistas a los pocos supervivientes, pero aún faltan estudios historiográficos, biográficos y autobiográficos serios. Ya porque, sin llegar a la conspiración del silencio, el episodio transcurrió en un vacío de poder, con la implantación del PCE en todo el exterior salvo figuras insignificantes como Jesús Monzón que acabará no siendo tan insignificante; con el estalinismo en su apogeo, y una cultura comunista, tanto entre los líderes españoles como en otros lugares, siempre consignados al silencio y siempre a la ropa sucia lavada en casa; con los aliados que ignoraron, en parte o totalmente, los preparativos de la invasión y no hicieron nada para ayudarla.

Queda, pues, cierta neblina en la narración del episodio crucial de la novela, donde ciertamente el punto de vista desconcertado y angustiado de los milicianos y sus mujeres da muy buena idea de lo que encontraron al otro lado de los Pirineos: la aparente frialdad e indiferencia de los ancianos, mujeres, niños, miles de personas en prisión o ya muertas, y los hombres libres aterrorizados incapaces de levantarse. Un pueblo que en 1944 ya había sucumbido a la dictadura, aunque hasta 1975 un número incalculable de individuos, unos desde dentro, otros saliendo y ocultándose, no dejarían de intentar reconstruir redes de solidaridad y complicidad contra Franco. No fue suficiente, por desgracia.

Me encantó cada aspecto de la novela, incluida la humanidad con la que se juzga a los personajes históricos, desde sus amores hasta sus errores. El único “pero” que puedo poner (pero que no me ha entorpecido la lectura en ningún momento) es la ingenuidad en las relaciones entre los personajes, especialmente entre las mujeres, donde nunca hay rivalidad, ni odio, ni envidia, ni traición; sólo la solidaridad de las expatriadas que han rehecho su vida en Francia, que mantienen a sus hombres en la clandestinidad, que dan a luz sin tener nunca a su marido a su lado, que nunca están cansadas, nunca deprimidas, nunca dudando.

A lo largo de la novela podemos hacernos una idea de cómo les fue a los demás, a los que no renunciaron, a los que pagaron con la vida, la tortura, la prisión o el exilio. Una idea de cómo eran nuestros abuelos antifranquistas. En definitiva, Almudena Grandes supo escribir una gran novela.