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He disfrutado mucho de esta historia. La escritora ha cogido un "misterio sin resolver" de la vida de la gran Agatha Christie y ha creado un argumento que lleva dentro (cual si de un cóctel se tratara) todos los ingredientes de la vida de la Doña Agatha, así como algunas gotas de clásicos victorianos. Todo muy british. Con mucho té. Incluso llega a escribir lo fácil que resulta envenenar a un inglés, para todo británico no hay desgracia o tristeza que no solucione un té. Al lío. Agatha y su marido Archie Christie viven tan tranquilos (o eso piensa ella) junto con su hija Teddy. Ella escribe novelas policiacas, él trabaja en un despacho "todo cuero y caoba" en el centro de Londres. Viven en el campo. La vida es maravillosa. Incluso podrá llegar a ser perfecta por un pequeño detalle: Archie tiene una amante, Nan, y está dispuesto a acabar con el matrimonio. Agatha lo sospecha, Agatha se entera, Agatha entra en crisis, Agatha coge el coche, sale de su casa una noche y durante 11 días, 11, nadie sabe nada de ella. Ni siquiera su hija. En ese momento la historia va por dos caminos distintos: 1. La propia desaparición, contando día a día lo que pasa y lo que piensa Agatha. 2. La historia de Nan, desde su infancia en Inglaterra, su juventud en Irlanda y su vuelta a Londres. Evidentemente no voy a contar nada de lo que pasan una y otra mujer. Pero nada de nada, porque cualquier cosa que cuente podrá ser tenida en mi contra ante una denuncia por desvelar la historia. Tan solo una cosa: tanto en la novela cuanto en la vida real, cada vez que le preguntaban dónde había estado, contestaba "no me acuerdo". Si esto fuera un hecho real, entenderíamos por qué. Es una novela de A. Christie dentro de una novela que habla sobre la vida de A. Christie. Que hay de casi todo, pero muy light, muy en plan escritora inglesa de entreguerras. Que da gusto leerla, que está escrita con un gusto y una redacción "casi" impecables (por cierto, editores de Umbriel, cuando alguien tiene una duda sobre la ortografía, se consulta el diccionario, no se juega a los chinos la forma de escribir -he de decir que solo he visto una falta, pero en otras ocasiones ha sido suficiente para cerrar el libro y, con éste, he seguido leyendo-). Que nadie espere El misterio de la habitación cerrada, Diez negritos (que por cierto, mira que querer cambiarle el título por racista -esto se nos está yendo de las manos-), o que el asesino sea el mayordomo. Aparte de esos "nimios detalles" hay bastantes guiños a la obra de la Christie. Se pasa un buen rato leyéndola y, con la que tenemos encima y las Navidades a la vuelta de la esquina, no pretendía otra cosa. Acierto total. |
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