La marginalidad, la soledad y la vergüenza rodearon la niñez de Tora en una pequeña comunidad de pescadores. Pero no fue lo peor que ella tuvo que vivir. Más dura fue la soledad y la vergüenza que vivió en su casa, en su propia familia, y mucho más terrible aún fue enfrentarse sola a la tragedia que marcó su vida. Esta tercera parte, aunque no pueda decir que no me haya gustado, el estilo y la atmósfera se mantienen, la historia me ha desconcertado. Empieza como un punto y aparte de la novela anterior, pero después entra en un valle del que sale de forma demasiado abrupta y con un giro bastante extraño. A pesar del desconcierto que me ha provocado, recomiendo muy mucho la lectura de toda la trilogía. |