Memorias de una geisha

Memorias de una geisha de Arthur Golden fue el libro con el que se "abre la veda", pues a partir de ahí comenzaron a inundar las librerías con temáticas similares, en concreto de vidas de otras geishas que, o bien querían narrar sus vivencias o tergiversaron el contenido de la obra de Golden para "sacar provecho".

La historia está narrada por una anciana japonesa, Sayuri, que vive en Nueva York, y decide contarle a un amigo americano como llegó a ser una de las geishas más importantes de su tiempo en un momento de entreguerras.

Sus recuerdos le llevan a cuando ella, "Chiyo" y su hermana son niñas y son vendidas porque sus padres son ancianos y no se pueden hacer cargo de ellas, así que las separan, su hermana algo mayor acaba en un prostíbulo y ella en una casa de geishas.

Aquí comienza "todo un viaje" para ella, pues estar en una "okiya" no es gratis, pues adquieres una deuda donde todos tus gastos, como alimentación, medicinas, educación, ropa,etc...tendrán que ser pagados cuando terminen las clases en la escuela de geishas y aportes tu dinero hasta solventarla, y donde combinarás dichas clases con las tareas de limpieza como una "Cenicienta" con la diferencia de que un apuesto príncipe nunca vendrá a tu casa a buscarte.

Un día Chiyo conoce a un hombre desconocido que al verla triste y con la mirada "perdida" se le acerca a comprarle un helado, él va acompañado de unas amigas geishas, lo que provoca admiración para la pequeña que comienza a "soñar" que si fuese como ellas su vida podría cambiar para mejor, así que recoge la moneda que le dan y corre hacia un templo para pedir una plegaria... ¿se cumplirá...?

El destino hace que Mameha, se convierta en su "hermana mayor", al ser esta una geisha muy admirada en su profesión, le enseña todo tipo de cosas, cómo sentarte correctamente, dar conversación, elaborar el té, hasta mirar de tal manera que puedas provocar la caída a alguien.

Esta novela está cargada de momentos de todo tipo; envidias como la que siente "Hatsumomo" por la belleza y juventud de "Sayuri" que ya se ha convertido en una exitosa geisha, de "Calabaza" que lo único que desea en la vida es un hogar, tener que lidiar con Mameha, que es la dueña de la okiya y la que se lleva las ganancias, es una mujer fuerte, sin escrúpulos y dura.

Pero un día Sayuri se encuentra con aquél desconocido que le compró el helado, es el "Presidente" de una compañía eléctrica, y sus caminos empiezan a ir en "paralelo", ella cada vez con más éxito, admiración, etc...pero las geishas no tienen vida propia, son "esclavas" de su profesión, pueden tocar instrumentos como el koto, el shamisen, realizan bailes, ceremonias de té, pero el amor está PROHIBIDO, y ella tiene que vivir el suyo de forma oculta, con el dolor que eso provoca y la soledad que inunda su corazón. Se mira pero no se toca.

Es una novela magnífica que al lector le provocará de todo: pena, impotencia, rechazo, dolor, empatía, te hará pensar y reflexionar, pero también sentirás ESPERANZA, esa que Sayuri con todo el sacrificio, esfuerzo, que ni la guerra, la separación, ni el tiempo transcurrido hará que pierda, y sólo cuando está a punto de hacerlo...

¿Se acordará aquél desconocido de esa niña del puente que un día le compró un helado y ella le regaló una sonrisa?